Our flag means Sympathy

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La vida era maravillosa. Hace solo unos días, Stede creía estar al borde de la muerte, en un limbo entre su vida anterior, su vida pirata y la que había dejado escapar junto al amor de su vida y ahora estaba con Ed disfrutando de los pequeños placeres que ofrecía el mar. 

Nada echaba en falta en su pequeño paraíso, salvo quizás un guardarropa nuevo, y libros, y mermelada. Ni siquiera les quedaba maldito azúcar. ¿Qué sería lo próximo? ¿Dejar de beber té como si fuesen salvajes? 

Pero no, Stede no pensaba en nada de eso, no más que fugazmente, porque ahora Ed le contaba chistes y él encontraba sus palabras las más divertidas y encantadoras del mundo, y su amor no hacía más que crecer.

La primavera parecía haber llegado al barco y un ambiente familiar florecía a pesar de que el frío comenzaba a hacer que se les helase el culo por la noche y fuese una época del año extremadamente mala para la piratería. Pocos barcos se movían cuando la Navidad estaba próxima y sería peor en los meses que estaban por venir.

A Stede, por supuesto, tampoco le importaba esto y curiosamente la tripulación no se había quejado de la inactividad.

Sí, Stede estaba muy bien. Dormía con una sonrisa en los labios, acurrucándose entre los brazos de Ed, que no se quejaba en absoluto de que fuese un dormilón inquieto.

Stede se movió hacía atrás, pegando su espalda al pecho de Ed, su trasero, en consecuencia, rozando con sus caderas. Fue entonces cuando notó el bulto. 

Abrió los ojos como platos y rodó con un gritito, antes de caerse de la cama.

—¿Stede? —llamó Ed, despertándose al instante. Se asomó por el borde de la cama para ver a un muy avergonzado Stede tirado sobre la madera como si fuese un anguila recién pescada—. Deberías tener más cuidado —le dijo con dulzura, sonriéndole, y es que no era la primera vez que a Stede le pasaba eso desde que dormían juntos, claro que Edward no se imaginaba por qué.

Stede adoraba su nueva vida, de verdad que sí, pero aún estaba en proceso de lidiar con "ciertos cambios". Últimamente se despertaba notando la erección de Ed contra su cuerpo. Mary y él ni siquiera se abrazaban durante sus años de matrimonio mientras dormían y ahora Ed invadía su espacio personal, abrasándolo con su calor y teniendo... bueno, reacciones naturales, pero para Stede todo era nuevo y las emociones eran tan fuertes que aún no había descubierto cómo administrarlas.

Ed estaba tan guapo recién levantado. Su pelo largo estaba algo alborotado, pero seguía viéndose sedoso, un adorable nido de rizos de sal y pimienta, al igual que su barba, que no lograba ocultar del todo sus pecas. Stede pensó fugazmente en cómo no las había descubierto hasta que Ed se afeitó y que, sin embargo, ahora no podía dejar de verlas.

Llevaba su bata fucsia y nada más debajo. Podía ver su piel tostada y sus tatuajes por donde se abría la bata. El pene de Stede dio un salto dentro de su camisón y se lo tapó discretamente con las manos mientras su sonrojó se volvía más violento.

—¡Estoy bien! —dijo en voz más alta de la que debería, haciendo que Ed se riese.

—¿Necesitas una mano, encanto? —ofreció mientras le tendía el brazo. Stede lo tomó y dejó que Ed tirase de él, cerrando momentáneamente los ojos y pensando en todos esos nobles que habían sido compañeros suyos en el colegio y se habían burlado de él. Al instante su erección desapareció—. Te tengo —susurró Ed contra sus labios antes de besarlo.

Stede correspondió gustoso hasta que volvió a sentir el bulto y sus ojos se abrieron mucho, se separó con la escusa de respirar, sonriéndole de manera nerviosa.

Our flag means Love [BlackBonnet]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora