Our flag means Sex

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No era una flor delicada, pero definitivamente eso iba a doler mañana. Ed sujetaba con fuerza sus muñecas, presionándolas contra el suelo, apoderándose de su boca hasta robarle el aliento, inundando su lengua de sabor a brandy y mermelada de naranja. Era demasiado bueno, incluso si tenía después tenía que lamentar algunos moretones.

Su espalda chocaba y resonaba contra las tablas mientras Ed lo hacía retorcerse, sofocado por la fricción de su ropa. Quería que todas las barreras desaparecieran, que el único cuero que sintiese fuese el de la piel de canela de Ed, perlada por el sudor y llena de tatuajes.

Luchar se había convertido en un juego estimulante, y sus intentos de zadar sus muñecas solo conseguían que Ed se pusiese más violento y eso había descubierto que le excitaba, pero era lógico, ¿quién no querría hacerlo con Barbanegra?

El lazo que sujetaba el cuello de su camisa lo había desecho el propio Ed con sus dientes para atacar su garganta, donde descansaban un sin fin de marcas, antes de arreglárselas para tirar de la tela y descubrir su pecho.

—¡No! ¡Los pezones no! ¡Aaah! —suplicó Stede cuando Ed tiró con los dientes como si deshiciese otro lazo, lo que solo lo alentó más a hacerlo gritar. Había algo realmente oscuro en la forma en la que la personalidad que siempre había intentando ocultar frente a Stede tomase el control y aunque eso le hubiese asustado en otro momento, ahora lo estaba gozando como un animal en celo. Su polla estaba ya completamente dura, casi se estaba volviendo loco por meterla, pero no podía maniobrar bien con una sola mano.

—Es culpa tuya, mierda, eres jodidamente hermoso —alabó Ed con un jadeo desesperado. Sus rodillas apretaron las piernas de Stede, que se sintió mareado por el calor de sus muslos. Con gusto enterraría la cabeza entre ellos para complacer a Ed una y otra vez, sin embargo, Barbanegra tenía otros planes para hoy.

Ed tiró de la corbata desabrochada y usó la tela para atarle las manos sobre la cabeza. Stede pensó que aquello no debía ser tan excitante, pero maldita sea, lo era. Barbanegra podía hacer lo que quisiese con él y él solo gritaría por más.

Stede chilló cuando Ed lo mordió mientras sus manos, ahora libres, trabajaban con torpeza por la impaciencia para abrir su bragueta de botones. Separó los muslos para poder bajarle los pantalones y cuando iba a hacerlo y ambos sonreían con anticipación un grito agudo proveniente de la cubierta hizo que Stede se pusiese tenso y su humor cambiase drásticamente.

—¡Es Mary! —exclamó Stede, lleno de preocupación.

—¿El qué? —intentó hacerse el tonto Ed, pero Stede ya no estaba resistiéndose como un juego, estaba empujando con ganas para girar su cuerpo y poder apoyar las rodillas en tierra para levantarse.

—¡Le pasa algo! —insistió Stede, derribando a Ed de encima suyo. Edward cayó de lado y soltó una maldición.

—¡No me jodas, Stede! ¡Estamos en mitad de...! ¡Stede! ¡STEDE!

Pero Stede ya se había levantado, con una agilidad sorprendente, llevado por su instinto, y corría hacia la cubierta con la bragueta desabrochada y las manos atadas sobre su regazo.

Tuvo que empujar para abrir la puerta, casi cayendo al suelo en el proceso, pero consiguió estabilizarse y mirar a su alrededor de la cubierta.

La escena que encontró no era exactamente la que esperaba ver. Mary estaba berreando, agarrada a la barandilla mientras miraba hacia abajo.

Algunos de los miembros de la tripulación miraban también al agua, mientras que otros parecían bastante tranquilos, dadas las circunstancias, fuesen las que fuesen.

Our flag means Love [BlackBonnet]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora