No quiero perder mi pacífica vida {7}

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Isabelle comenzó su nueva vida, en aquella pequeña casita se sentía plenamente feliz, corriendo los alrededores encontró un pequeño huerto cerca de su casa, con aquel hallazgo comenzó a cuidar y cultivar aquel huerto que se convirtió en su sustento para poder sobrevivir, de hecho desde el día en el que la llevaron para que viviera en la casa, no volvió nadie a ver cómo se encontraba ella, ni sirvientas, ni siquiera un guardia o incluso un mayordomo, nadie volvió.

Durante la estación de la primavera Isabelle se dedicó a cuidar su huerto, también lo cuidó en verano y cuando llegó el otoño por fin pudo cosechar lo que había en su huerto, también de está manera comenzaba a prepararse para la llegada del invierno.

Cuando llegó el invierno, este venía acompañado de un frío que le era muy molesto a Isabelle como para seguir saliendo de su casa, por primera vez en años el invierno no le parecía tan malo a Isabelle, en ese año por fin pudo disfrutar de comida caliente y una chimenea para poder calentarse, dentro de ella lo que ahora deseaba era que los próximos inviernos que vinieran fueran como ese.

Sin darse cuenta ya había pasado un año desde que se había casado con el rey William, pero con la llegada de la primavera también llegó el cumpleaños número diecisiete de la princesa, ella ya no era más aquella pequeña niña larguirucha que siempre había sido ya que ahora era un bella joven de diecisiete años, aún que su crecimiento había sido más lento por no haber tenido una alimentación adecuada, pero eso cambio desde hace dos años cundo comenzó a comer bien y con ello su cuerpo comenzó a desarrollase hermosamente.

Isabelle se encontraba sentada en la entrada de su pequeña casa, desde donde estaba sentada se podían apreciar las imponentes torres del castillo, Isabelle estaba completamente agradecida por qué la hubieran mando a aquella pequeña casita y no a una de aquellas torres que parecían llegar al cielo de lo altas que eran, sentía un profundo agradecimiento por aquella decisión que tomo el rey ya que aún que la habían olvidado en esa casita, Isabelle no se sentía realmente olvidada, nada de eso por primera vez sentía que estaba viviendo y no sobreviviendo como lo había hecho toda su vida.

Isabelle miró el cielo, que en ese momento se encontraba de un azul claro y también estaba totalmente despejado, se veía hermoso el cielo en ese momento que Isabelle deseaba poder ver el cielo todos los días.

El tiempo parecía volar, las estaciones pasaron y de igual manera los años lo hicieron junto con las estaciones, Isabelle seguía viviendo de forma cómoda en esa pequeña casita disfrutando su día a día, ese día era un hermoso día de primavera, Isabelle decidió salir al bosque para poder recoger setas/hongos, mientras caminaba por el bosque ella vió a un hombre tirado en el suelo, por instinto ella se escondió de manera rápida atrás de un árbol, detrás del árbol en el cuál se encontraba escondida ella observaba fijamente el cuerpo de aquel hombre tirado en el suelo, mientras lo observaba pudo notar que el hombre tenía sangre en sus ropas, claro eso sí su vista no le fallaba ya que estaba a cierta distancia.

Isabelle miró alrededor de dónde estaba buscando a otra persona o personas que pudieran ayudar a aquel hombre, pero como era de esperarse no había nadie las que ella en ese lugar, claro y el hombre inconciente en el suelo, Isabelle se acercó con mucho cuidado, al estar lo suficientemente cerca para ver quién era aquel hombre, se dió cuenta que no era nada más ni nada menos que su esposo el rey William, al verlo herido se llegó a preguntar "porque estará herido y en una parte tan alejada del bosque?".

- ¿Será que lo mataron?

Fue lo que se pregunto Isabelle en un susurro con curiosidad, para poderse asegurar de que William seguía con vida decidió poner su cabeza sobre el pecho del que se suponía era su esposo. Al ver qué William seguía con vida intento despertarlo de varias maneras, lo sacudió, le dió pequeños golpes en el pecho y al ver qué no despertaba tomo otra manera un poco más drástica, le dio un fuerte golpe en la cara, pero ni con ese golpe el reaccionó, con eso comprobó que se encontraba completamente noqueado.

Esposa olvidada (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora