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Cada minuto que pasé con Camilo lo hice valer, me esforcé hasta el cansancio por hacerla sentir bien y tratarla aún mejor que a Inés. La elogie excesivamente causando una cara ruborizada acompañada de una sonrisa pequeña y unos ojos entrecerrados evidenciando sentimientos encontrados.

La oscuridad de la noche se desvanecía mientras platicábamos, el contacto físico fue en aumento, pero siempre fueron caricias de origen puro y sincero; me sentí feliz de estar haciendo que el interés inicial se convirtiera en un sentimiento real.

Mi pensamiento estaba permanentemente con Camila, pero mi corazón en posesión de Inés; mi alma divida y confundida me hacía actuar de manera muy estúpida, lo intangible me estimulaba. Es irónico porque sentía tocar la intensidad de los sentimientos acumulados por el punto intermedio en el que estaba encerrado. Tengo buenos sentimientos y me daba cargo de conciencia jugar con una mujer inocente, su único error fue ser amiga de la persona que ideo mi sufrimiento cual verdugo complaciendo un rey sádico. En este caso, el rey era su sentimiento de superioridad y ego.

Las vacaciones terminaron y regresamos al tormentoso lugar que propicio el nacimiento de mi calvario, lo inevitable pasó y nos topamos a Inés mientras Camila y yo caminábamos de la mano expresándonos sentimientos bellos en medio de risas estruendosas y miradas de complicidad.

Verla me hizo sentir lastima, el peor sentimiento que he sentido en toda mi vida, sorprendida por ver a una de sus mejores amigas siendo feliz con la persona que trato de destruir la hizo tomar un semblante inexpresivo, pero en sus ojos se reflejaba la contrariedad de sus pensamiento y sentimientos, saludo con sonrisa fingida sin detener su enérgica caminata por los jardines de la universidad.

Camila me abrazo y dejo rodar unas cuantas lágrimas, se sentía culpable por hacer sufrir a la que hasta hace poco fue su incondicional, respondí de manera tajante. Ella me quiso hacer daño cuando yo solo di lo mejor de mí, solo me deje guiar por mi instinto dejando de pensar por completo, dedique mese enteros de mi vida a la veneración de una diosa que se escondía en vestiduras celestiales pero el ardor de su alma las terminó derritiendo se supo la verdad.

Me beso y dio la razón, ahí me di cuenta que Camila era sumamente inocente y noble, sería bastante fácil manipularla. Pero mi culpa creció y con ella la confusión, el sentimiento y cariño que ella me profesaba comenzaban a ser correspondido, por más que traté de matarlo no pude.

Perdí mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora