20

0 0 0
                                    

Se consumían los años y venían rejuvenecidos días, semanas y meses a las órdenes de Cronos. Comenzaba a llegar la madurez y la consolidación espiritual y sentimental, mi paso por la universidad fue simple pero siempre el recuerdo me perseguía por los pasillos, al pasar por el frente del salón en que intercambie palabra por primera vez con Inés tenía un sentimiento que hasta hoy no sabría definir.

No tiene caso que te platique lo demás ocurrido en ese periodo de tiempo, fue lo mismo; soportar a maestros ignorantes y que usan su poder a su antojo, materias inútiles y por su puesto el libertinaje de todo universitario.

La graduación fue sencilla pero emocionante, por fin tenía en mis manos ese dichoso trozo de papel que la gente ignorante cree que tiene poderes, piensan que el simple hecho de tenerlo te asegura un futuro lleno de éxitos y comodidades, más equivocados no pueden estar. Lo único que hace que sobresalgas es tu manera de pensar y que haces para conseguir esos objetivos personales, infinidad de veces escuche comparaciones con mis compañeros brillantes y como ellos conseguirían cosas importantes por su excelencia académica y como yo sería un fracasado por mis vergonzosas calificaciones.

Después de unos meses yo ya trabajando en una importante empresa en niveles gerenciales, me encontré con unos de esos "futuros hombres importante", uno de los tantos prepotentes que se enojaban si sacaban 95, vociferaban insultos y venas saltonas en su cuello se hacían presentes por la indignación a causa de la supuesta "humillación" por no sacar 100, mientras esas rabietas tenían lugar yo acostumbraba mirar mi 60 con orgullo.

Estaba feliz y con planes de unir mi vida a la de mi amada, un buen sueldo y la paz interior por fin estaban a mi favor, mientras ese pobre era infeliz y trabajaba en un bar lavando los vasos. No tiene nada de malo claro está, pero ahí confirme mi teoría de la inutilidad de altas calificaciones con ausencia de conocimientos reales, yo conocía el 100% de mi 60, y el un 0% de su 100, memorizar es sencillo, aprender es complicado y aplicar lo aprendido es la llave mágica del cofre contenedor de las pócimas mágicas que hacen brillar.

Perdí mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora