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-Papa ¿Por qué me cuentas todo esto?

-Quiero que conozcas mi historia y en ella te bases para no cometer mis errores, también quiero que comprendas porque aun después de tanto tiempo sigo amando a tu madre y su recuerdo me hace sonreí. Déjame seguir con la historia hijo.

Las noches fueron muy dolorosas desde que tenía en mi poder esas letras acusadoras, las leí y releí hasta el cansancio, las aprendí de memoria y me atreví a corregir los signos de puntuación y faltas de ortografía comunes, otra equivocación, aunque pareciera un acto simple y de cierta manera noble, pero parece que fue la peor cagada que pude cometer, no sé si fue sugestión o de verdad paso, pero creo que su alma de algún modo se molestó y me atormento en manera directa, las palabras de esa carta eran repetidas una y otra vez por su voz haciendo eco en mi pequeño cuarto.

Miranda (tu madre) me ayudo en todo lo que pudo, desde platicar conmigo, hasta simplemente estar presente y darme miradas cómplices con las que nos decíamos todo sin necesidad de palabras.

Recordé que en el libro que cambio mi vida (Persona normal), en un capítulo unos de los protagonistas desahogaban su culpa yendo al panteón, en mi desesperación lo intente, localice la tumba de Inés. Fui en compañía de mi madre y miranda, en ese momento extrañaba tanto a mi hermano menor que también se fue por mi culpa, lo único que calmaba un poco mi conciencia es que a él si lo podría ver para pedirle perdón.

La tumba estaba muy pulcra, parecía que la limpiaban a cada hora, ni un solo rastro de polvo ni suciedad en la superficie blanquecina donde está su nombre plasmado en letras color dorado, les pedí a mis dos acompañantes que se alejaran un poco y me dejaran un momento solo con la bóveda de husos, me hicieron caso y se fueron unos cuantos metros, veían a todos lados y platicaban entre ellas, parecían dos guardaespaldas que cuidan a un hombre importante en un lugar peligroso.

Me deshice en llanto y disculpas, después de unos cuantos minutos de platica sin tener respuesta, me decidí a irme, pero por último emulé al tío paco y enterré a los pies de la tumba algo, lo que puse en ese pequeño agujero echo por la punta de mi zapato; fue la carta, me desprendí de la prueba de mi colaboración en la muerte de ese ser.

Me aleje lentamente sin dar la espalda en forma de respeto, llegue al dos guardaespaldas y encontré abrazos cariñosos y palabras que exaltaban mi valentía, después de eso me calme un poco y tuve días tranquilos y con aparente felicidad.

Perdí mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora