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El aroma de su cabello permanecía en la reducida construcción que ella llamaba hogar, una simple mazmorra acondicionada con aparente felicidad, pero encerraba el dolor del recuerdo de su espantosa decisión, la madre lloraba sin poder pronunciar palabra; me llevo hasta el cuarto de Inés, por mi espalda un escalofrió al recordar todas las tardes de risas y beso que pase con ella resguardado en esa fortaleza de amor.

Me hizo sentar en la cama que tuvimos un apasionado intercambio de caricias, misma cama en la que encontró su final, lugar de inicio en el camino al reino de los muertos.

Evite parpadear, cada vez que cerraba los ojos así fuera por segundos podía ver su cara llorando, un tormento que regresaba gracias a las extrañas peticiones de la madre; por amabilidad y condescendencia hacia caso sin oponer resistencia alguna.

La extraña visita terminó con un eterno abrazo de la madre con el que mi hombro se humedeció por las lágrimas derramadas, parecía una especie de fuente mágica que hace brotar aguas sentimentales eternamente.

Al final me acompaño a la puerta, antes de atravesarla me dio las hojas de la carta suicida en la que se me acusaba, las tomé con las manos temblorosas y la señora con un sutil tono de voz entrecortado por suspiros me dijo. "Libérate de culpa, te perdono en nombre de Inés". La señora la cual desconocía el nombre además de haber

estado enamorado de su hija una gran cantidad de tiempo me había liberado, sentí como mi alma se liberó de un peso enorme, la respiración comenzó a ser más fluida y ligera, la opresión en mi pecho desapareció de golpe.

El camino de regreso a mi casa fue bello, me di cuenta de la maravilla de la vida y de estar vivo, hasta el sonido del viento rozando las ramas de los árboles me parecía armónico y hermosos.

Al caer la noche y estar envuelto por la obscuridad toda esa felicidad y tranquilidad desaprecio, las hojas guardadas en mi cartera parecían hablarme y reclamarme, los pocos momentos que pude dormir fueron llenos de imágenes de la suicida cometiendo el acto de sacrificio al sufrimiento para liberarse del dolor carnal y sentimental. La señora en un acto noble intento hacer que mi vida fuera feliz, pero sin querer hizo lo contrario, la tranquilidad fue momentánea pero el dolor penetro aún más en mi alma.

Perdí mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora