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Inmensa paz y felicidad definían a la perfección mis días después de mi rehabilitación, regresaron los días productivos, en mi antiguo trabajo se enternecieron por mi historia y me regresaron el trabajo con un mejor puesto, lógicamente con mejor sueldo, al principio mi madre se alteró porque pensó que ese dinero combinado con la tentación me hiciera recaer en las drogas.

Me reí del pesimismo de mi madre y ese dinero extra lo ahorre para hacer la base en la que construiré mi futuro en compañía de Camila, tan enamorado y emocionado estaba que le escribí un poema.

Cuando duermes

Las estrellas son felices

Mientras tus ojos cerrados permanecen

Ellas retoman el protagonismo de mis noches.

Reproches de la misma luna

Celosa esta de que mis letras sean tuyas

La tinta se desborda elogiando con ternura

El sentimiento que me domina al sentir tus caricias.

Mi madre fue la primera en leer esto y se puso un poco celosa, le invente que me inspire en las dos para hacerlo, y que un porcentaje de esas palabras eran dedicadas a ella también, una hermosa sonrisa ilumino el rostro que hasta hace poco estaba dominado por el enojo, sabe perfectamente que fue una mentira del momento, pero se esforzó por creerme.

Camila dejo caer unas cuantas lágrimas y un beso le siguió a esa confusa reacción, me hizo entender que me amaba sin decir palabra alguna, ni la grandeza del cielo era suficiente para guardar el amor que en mi pecho se anidaba.

Las sonrisas hacían que los hechos pasados se desvanecieran en la historia, como actos abominables efectuados por un benefactor que, al lograr el objetivo, se hace lo posible por destruir esos malos recuerdos.

Pero nada puede ser perfecto, la madre de Inés me busco y pidió hablar conmigo, por respeto y honor a la memoria de la suicida acepte sin preguntar, esperaba una plática llena de sentimentalismo y una cascada de lágrimas abundantes, también lo tome como una catarsis y estaba dispuesto a ser el recipiente de ese amargo vivir, mi bondad me traiciono nuevamente, otra equivocación por mi nobleza.

Perdí mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora