Prólogo

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Nunca me he considerado una persona atractiva, ni siquiera digna de mirar. Soy una chica común y corriente. No soy rubia y estupenda como una modelo, mi cabello castaño y ondulado parece tener vida propia y aunque es una de las pocas cosas que me gustan de mí; cuando tienes que controlarlo todos los días, a veces se te olvida el amor que le tienes y tu único deseo es cortarlo todo. Por suerte, esos pensamientos se van pronto de mi mente o mis problemas de autoestima serían mucho peores.

Mi especialidad es el ballet clásico y también mi escape de la realidad desde que tengo memoria, me subo a las zapatillas de punta y el resto del mundo deja de existir para mí, siento que vuelo y que nadie podría derribarme pero lamentablemente, no puedo andar por la vida con ellas y una vez que me las quito, vuelvo a ser la misma chica insignificante de siempre.

Hasta aquí todo bien, amo el ballet y es lo que planeo hacer toda mi vida, pero ahora vamos a lo malo, porque sí, aunque sea un arte maravilloso; como todo en la vida, también tiene un lado negativo.

No es algo que me guste admitir o contar pero las bailarinas solemos ser bastante competitivas —no voy a generalizar, solo estoy hablando de las que he conocido—, y con eso no me refiero a que compitan con otras bailarinas —aunque también se ve mucho—, sino a que somos competitivas con nosotras mismas y ese pequeño detalle que a todos se les olvida mencionar, es lo que puede llevar a destruirnos poco a poco o en el peor de los casos, a la muerte.

La competencia contra uno mismo es algo que solo está en nuestras mentes, tenemos la necesidad de hacerlo todo perfecto, la necesidad de ser más livianas para que los movimientos sean limpios y bonitos, para que la gente diga «¿Viste cómo bailaba? Parecía que estuviera volando» y en cierto modo, está bien exigirse para hacer bien las cosas. El problema está cuando estás tan dañada que un mínimo error en una variación o coreografía te hace cuestionar todos tus años de bailarina, ¿por qué no me resulta este salto? ¿por qué no puedo girar con facilidad? ¿por qué no puedo bailar mejor? Y ahí es cuando culpamos a nuestro mayor enemigo: el peso. Un número tan insignificante que no sirve para nada más que para arruinarnos el día y para las personas como yo, siempre tendrá la culpa de todo. Vemos a la compañera del lado más delgada que nosotras y queremos igualarla o superarla, nos presionamos tanto por ser perfectas que no nos damos cuenta de que si entramos en ese mundo estamos cada vez más lejos de serlo.

A mis dieciocho años he sufrido anorexia y bulimia debido a esta competencia conmigo misma ya que nunca me he considerado una gran bailarina y aunque personas muy importantes me dijeran lo contrario, jamás creí que fuera tan buena como yo quería ser. Sí, sé lo que estás pensando —madre también lo piensa—, que tengo el autoestima por el suelo y debo internarme ahora, pero si te soy sincera, ahora estoy muy bien y pongo todos mis esfuerzos para estar en paz con mi cuerpo, lo prometo. Y no, no estoy en la negación.

Ha pasado un año desde que me dieron el alta y para sorpresa de todos, no he vuelto a recaer. Mi numero maldito es cincuenta kilos, lo que me parece demasiado pero nadie me lo ha preguntado y tuve que hacerme la idea de que debo mantener o subir mi peso, o de vuelta a la clínica. Así que se podría decir que me obligaron a recuperarme, pero de todo corazón agradezco a mi familia por haberlo hecho, sin ellos no lo habría logrado nunca y no estaría contando mi historia en estos momentos.

Creo que ha llegado el momento de hablar de las personas que me rodean. Mi desastrosa familia está compuesta por seis personas, incluyéndome; mis padres, Melanie y Mateo —divorciados por mi culpa—, mi hermano mayor, Noah y las mellizas, Mía y Cassie, que llegaron a alegrarnos la vida pero que no fueron suficientes para salvarme porque ya estaba demasiado hundida.

Mi mejor amiga, Blanca, está internada aún con el mismo problema que yo superé hace un año, ella no ha podido hacerlo y lo único que espero es que pueda vencer esta enfermedad antes de que sea demasiado tarde. Si yo pude hacerlo, ella también debería pero no lo entiende y sé que cada vez que me ve, solo piensa en lo gorda que estoy y aunque nunca me lo dirá en voz alta, es una razón más que suficiente para que mi madre prohibiera hablar con ella.

Y por último, está mi ex novio Nate, quien me dejó hace tres días y tal vez se pregunten cómo es que lo digo tan tranquila, no se preocupen yo también me lo pregunto y la verdad es que estoy en un estado de shock, no he reaccionado del todo y tengo miedo de lo que pueda pasar cuando lo haga. Por ahora, lo único que deseo es no recaer, no tener que empezar de nuevo todo ese tratamiento de mierda, no haber tenido que pasar un año terrible por nada.

Bueno, ahora saben quién soy, cuál mi pasión, conocen a mi familia, mi edad y hasta mi peso, pero hay algo importante que todavía no menciono y por si no lo habían notado, es mi nombre. Soy Alai pero no dejo que nadie me llame así porque la verdad, es bastante irónico. Mi nombre significa alegría pero yo hace mucho tiempo la perdí, a los catorce años más o menos; una niña anoréxica jamás podrá ser feliz, ya que al ser una enfermedad mental, si alguien intenta ayudarte, sientes que te está atacando y no dejas que nadie se te acerque, te terminas aislando y ahí es donde no hay vuelta atrás. Una vez que te quedas sola, no hay nadie que pueda evitar tu autodestrucción. A todo esto, ahora que somos amigos, debes saber que puedes llamarme Lily y por favor, no menciones mi otro nombre, o dejaremos de serlo antes de siquiera empezar.

Sabiendo todo lo anterior podemos comenzar con esta historia... Mi historia. Es bastante larga así que les sugiero ponerse cómodos, tal vez les saque una que otra sonrisa y les robe un par de lágrimas, tal vez los desespere y quieran golpearme en varias ocasiones, tal vez me odien, tal vez me amen, eso solo queda en ustedes, yo solo cumplo con decir la verdad y expresar todos mis sentimientos tal cual son. Así que, aquí vamos...

Renaciendo de las cenizas (Re-subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora