Capítulo 23: Desastre

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Cuando despierto a la mañana siguiente Thiago no está a mi lado pero escucho correr el agua de la ducha por lo que aprovecho que no está para desperezarme completamente. Estiro los brazos por encima de mi cabeza, muevo los dedos de los pies varias veces hasta que sueltan un crujido como siempre hacen en las mañanas y doy vueltas por la cama que no es demasiado grande así que cuido de no caerme.

—Hola, preciosa —saluda Thiago saliendo del baño con la sonrisa que tanto lo caracteriza y se acerca para darme un beso pero yo me aparto de golpe..

—Primero debo cepillarme los dientes —corro hacia el baño y me encierro antes de que pueda alcanzarme. Escucho su risa a mi espalda y eso me hace sonreír todavía más.

Hago mis cosas con la mayor rapidez posible para poder besarlo pronto y cuando salgo, él tiene la vista pegada en su computador. Al verme, lo deja a un lado y se levanta para venir a reclamar su beso. Posa sus labios en los míos y como siempre, mis piernas se convierten en gelatina y siento que en cualquier momento ya no me sostendrán más.

—¿Quieres que vayamos a desayunar juntos? —pregunta apenas aparta sus labios. En serio, ¿es legal tener una sonrisa tan perfecta?

—Sí, pero primero quiero pasar por mi habitación para ducharme.

—Puedo ayudarte con eso si quieres —eleva ambas cejas, riéndose y yo le doy un pequeño golpe en el brazo, a la vez que me aparto. Él se encoge de hombros—. Tenía que intentarlo. Deja terminar de vestirme y vamos. Tú también deberías hacerlo —me apunta con una sonrisa y yo me sonrojo al ver que solo su camiseta cubre mi ropa interior.

Me pongo mis pantalones cortos con rapidez pero conservo su camiseta, no sirve de nada que me la saque si en mi habitación tengo que volver a cambiarme. Mientras está en el baño, supongo que cambiándose, su computador emite un sonido que avisa que ha llegado un nuevo mail.

—Thiago, tienes un correo nuevo —le grito para que me escuche a través de la puerta cerrada.

—¿Me lo puedes leer?

—¡Qué confianza! —me burlo, feliz y él se asoma en la puerta para verme. Todavía no se pone la camiseta y eso en cierto modo me distrae.

—No tengo nada que esconder.

Me guiña el ojo y vuelve a desaparecer mientras yo abro el mail con una sonrisa enorme; una sonrisa que se borra apenas leo las primeras palabras. Un peso toma lugar en mi pecho y siento que no puedo respirar, esto no puede estar pasando.

«Thiago:

No sabes todo te extraño, amor. Han pasado tanto tiempo y me alegro de saber que aún no me olvidas al igual que yo tampoco lo he hecho. Estoy muy feliz de que hayamos arreglado nuestras diferencias aunque te encuentres a muchos kilómetros de distancia y como dicen por ahí, el amor verdadero lo puede todo.

Tú sabes lo despechadas que podemos ser las mujeres y estoy segura de que sabes que nada de lo que dije antes de que te fueras era verdad. Quedan muchos meses para que vuelvas a casa pero te juro que te estaré esperando, justo como prometí hacerlo siempre y te prometo que no me importa la aventura que tuviste con esa chica del barco, ¿Lilian me dijiste que se llamaba? Lo importante es que me lo dijiste y no me mentiste, la base de toda relación es la confianza.

Respondiendo a tu correo anterior, yo tambien te amo mucho y nunca dejaré de hacerlo. Espero con ansias el día que vuelvas. Tu mamá me pidió que te mandara saludos y que no seas ingrato, escríbele de vez en cuando. Te mando un beso enorme como el que te daré al verte.

Con amor, Bethany Roth

PD: Te adjunto la última foto que nos tomamos para que nunca más olvides que estamos destinados a estar juntos.»

Renaciendo de las cenizas (Re-subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora