Capítulo 19: Camino a enamorarse

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Corriendo por los pasillos del barco conmigo sobre su hombro va Thiago como si no llevara nada encima, como si yo no pesara nada cuando está claro que peso casi cincuenta kilos. Supongo que el cuerpo no lo tiene solo de bonito sino que además es muy fuerte.

—¡Bájame, Thiago! —muevo mis piernas bruscamente en un intento de soltarme, sin importar caer—. ¡Mi vestido es demasiado corto! ¡Todos me verán!

—Tendrán buena vista —suelto un grito, indignada y él se detiene. Pienso que me bajará pero el muy maldito solo inclina la cabeza hacia atrás antes de volver a sonreír

—. No se ve nada. Nadie verá nada, lo prometo.

Vuelve a correr hasta que me canso de darle golpecitos en la espalda para que me baje, los demás tripulantes con quienes nos cruzamos, nos queda viendo extrañados o divertidos y yo solo puedo encogerme de hombros, resignada. Unos minutos después, comienza a aminorar el paso y me deja en el suelo al fin cuando llegamos al jacuzzi en el que nos dimos nuestro primero beso. Como ya estoy acostumbrada a este tipo de cosas, se me ocurrió traer un bikini en el pequeño bolso así que luego de que me ofrezca una toalla, nos separamos por unos minutos para ir a baños diferentes a sacarnos la ropa formal y quedar más cómodos.

Salgo con la toalla alrededor de mi cuerpo y él ya me está esperando en el borde del jacuzzi, sin entrar todavía. Tiende una mano hacia a mí, sin quitarme la mirada de encima mientras dejo la toalla encima de una silla y acepto la mano que me ofrece. Si fuera otra persona, o si esto hubiese sido hace unos meses, me habría sentido muy incomoda pero ahora no, por alguna razón frente a él no siento ninguna inseguridad hacia mi cuerpo. Es más, creo que incluso me gusta que me mire de esa forma, que me encuentre atractiva.

—¿Te he dicho alguna vez lo hermosa que eres? —pregunta y apoya la mano que tiene libre en mis caderas para pegar mi cuerpo al suyo. Un estremecimiento me recorre todo el cuerpo pero ya estoy acostumbrada a que eso pase cuando estoy con él; mi cuerpo reacciona con una simple caricia si se trata de Thiago.

Niego con la cabeza y me acerco a la pequeña escalera para entrar al agua. Hago una mueca al primer contacto con el agua ya que está un poco caliente pero de a poco mi cuerpo se va acostumbrando y relajando cada vez más. Doy un paso para ir a sentarme a uno de los bordes pero Thiago tiene otros planes y tira de mi mano con fuerza hasta que quedo pegada a él, con mis brazos rodeándole el cuello y no pasa demasiado tiempo cuando sus labios encuentran los míos.

Mis manos comienzan a jugar con su cabello rubio que tanto me gusta mientas que las suyas se deslizan por mi espalda desnuda en unas caricias que me quitan la respiración. Luego de unos minutos, sus manos descienden hasta mis muslos y me levanta mientras yo envuelvo su cintura con las piernas sin dejar de besarlo en ningún momento. Ni siquiera me importa que estemos en un lugar público hasta que escucho que alguien se aclara la garganta y nos separamos de golpe, nos ruborizamos al instante al vez a uno de los encargados de la cubierta; un hombre en sus cincuenta y sin una cara demasiado amigable.

—No pueden estar aquí —su tono no es mejor—. Las piscinas y jacuzzis cierran a las nueve de la noche.

—¡Oh! Lo sentimos mucho, no vimos la hora —se disculpa Thiago levantándose rápidamente y tendiéndome una mano para ayudarme a salir del agua.

—Será mejor que no los vuelva a ver por aquí o tendré que dar aviso.

—No se preocupe, no volveremos.

Thiago toma nuestras cosas con su mano libre y salimos de ahí lo más rápido posible, sin mirar atrás. Espero no volver a ver a ese hombre nunca más en la vida, me intimida de una manera impresionante.

Renaciendo de las cenizas (Re-subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora