Capítulo 3: Ojos profundos

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Me doy la vuelta con rapidez luego de secarme bruscamente las lágrimas aunque sé que eso no ayudará demasiado teniendo en cuenta los ojos enrojecidos al igual que la punta de mi nariz. Busco con la mirada esa voz que parece tan cálida y autoritaria a la vez pero en un principio no veo a nadie a mi alrededor, un silbido me hace desviar la mirada hasta la cubierta del piso diecisiete que termina un par de metros antes que en la que me encuentro y veo que un chico me hace una seña con la mano. Inconscientemente, doy un paso hacia atrás y siento el frío metal de la baranda en mis piernas, lo que me causa un escalofrío al pensar lo que hubiese pasado si eso no estuviera ahí.

El chico desaparece de mi campo de visión pero enseguida me doy cuenta de que no se ha ido a ningún lado, solo a la escalera lateral que lo trae hasta donde estoy yo. Mientras se acerca, lo observo con detenimiento sin poder concentrarme en otra cosa, un metro y ochenta centímetros que se mueven con bastante gracia dentro de un traje formal hecho a la medida, debe tener un par de años más que yo, tal vez veinte, su cabello es castaño claro, con varios mechones rubios y por el color de piel bronceado, supongo que se debe a muchas horas bajo el sol; si me hicieran pensar en un surfista de Malibú, sin pensarlo pensaría en él. Los ojos son otra cosa y me detengo en ellos más de lo normal, es un azul oscuro, del color de la profundidad del océano. Me sonrojo ante ese pensamiento tan cursi e intento encontrar otra cosa de mirar para no parecer una acosadora.

—¡Ey! ¿Estás bien? —pregunta y ya no existe esa autoridad de antes en su voz, ahora solo está la calidez y la preocupación.

¿Estoy bien de verdad? No soy capaz de responder porque la verdad es que no lo sé y no creo que a un desconocido le importen demasiado mis dramas internos, así que como siempre, desvío el tema a lo que me parece importante.

—¿Por qué no puedo estar acá?

—Bueno... Tal vez exageré un poco —se pasa una mano por el pelo y sonríe, unos dientes blancos y derechos me saludan. Es un Ken Doll, no encuentro otra palabra para describirlo—. Claro que puedes estar aquí, pero es peligroso que estés sola. El viento está demasiado fuerte esta noche y no es recomendable pasear por aquí, claro que no podemos negárselo a las ocho mil personas que están a bordo —se encoge de hombros y luego me mira fijamente a los ojos—. La verdad escuché un grito y pensé que pasaba algo.

—Lo siento, necesitaba aire. Tengo demasiadas cosas en la cabeza y no creí que se escuchara tan fuerte —veo la credencial del barco e intento cambiar el tema con una pregunta bastante obvia—. ¿Trabajas acá?

—Sí, soy Thiago —vuelve a sonreír como si fuera algo automático en él y estira la mano a modo de saludo, yo la tomo sin pensarlo—. Estoy en el área de deportes, especifícamente surf pero también hago otras cosas —ahora es mi turno de sonreír, no estuve tan alejada de la realidad en la primera impresión que tuve de él, es un surfista de pies a cabeza—. ¿Y tú?

—Lilith, bailarina.

No alcanzo a escuchar una respuesta de su parte porque todo me comienza a dar vueltas y doy un paso hacia atrás, tambaleándome. Él me toma del brazo, nuevamente con cara de preocupación y ni rastros de esa sonrisa tan linda que tiene.

—¡Ey! ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?

—No es nada, estoy bien. Solo un mareo, tal vez todavía no me acostumbro al movimiento del barco.

Pero sé muy bien que no es eso, conozco a la perfección ese momento antes al desmayo y mientras voy perdiendo la conciencia, solo puedo estar agradecida de que unos fuertes brazos evitan que me estrelle contra el suelo.

***

Despierto en mi habitación, más confundida que nunca y sin entender cómo es que estoy sobre mi cama, tapada con una manta si hace unos segundos estaba en la cubierta del piso dieciséis. Intento adaptarme a la luz y al mirar hacia la silla que está al lado del mueble que parece escritorio, veo que el surfista está sentado ahí con una revista de viajes que había en la habitación en las manos.

Renaciendo de las cenizas (Re-subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora