Madara.

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Asalto.

El hombre caminaba detrás de ella, con sigilo, como un lobo o un león. La miraba discretamente, ella balanceaba su cadera de un lado a otro, lento y sensual, mientras miraba los aparadores.

Madara estaba detrás de ella, casi podía oler el aroma de su cabello, estaba tan concentrado en la silueta frente a él que no notó cuando ella se detuvo, lo que lo llevó a estrellarse por detrás, empujándola levemente antes de ambos incorporarse y mirarse.

Ella lo miró con gracia. -¿Qué te pasa? -Le preguntó extrañada, a su pareja siempre le gustaba caminar detrás de ella, pero no sabía porqué.

-Nada, nada. Venía distraído.

.

Luego de hacer las compras regresaron a su casa, ambos suspiraron cansados y comenzaron a guardar las cosas que habían comprado. Primero la cocina, luego las cosas de higiene y por último las cosas de la limpieza.

Había en su casa una ventana grande y ancha, de marco de madera y pesada. Ventana que solo Madara podía abrir y cerrar, por la enorme cantidad de fuerza que requería. Esa ventana estaba abierta y daba hacia el patio trasero de la casa, dónde estaba la lavadora y sus productos. (Tn) fue hacia ella, su intención era sacar medio cuerpo para acomodar las cosas del otro lado sin tener que salir por la puerta, porque estaba más lejos.

Y eso hizo, recargó su vientre en el marco para poder estar más cómoda y comenzó a acomodar los productos. Un jabón aquí, cloro allá, etc. Estaba dandose una palmadita mental por esa idea tan buena que había tenido cuando de repente sintió algo que la hizo estremecer.

Madara no le había perdido la pista desde que venían de camino, atraído a sus sensuales caderas que su chica movía como si bailara. Luego de acomodar su parte de productos la buscó con la mirada y encontró su trasero, bien formado y firme, moviéndose para acá y para allá como invitándolo a acercarse.

Cuando se dió cuenta ya estaba justo detrás de ella, puso sus manos en su cadera y acercó su entrepierna para restregarse arriba y abajo mientras la sujetaba para que no se levantara.

-¿Madara? ¿Que estás haciendo?

-Shhh...

Le dijo y luego le desabrochó su pantalón, lo deslizó junto con la ropa interior y se arrodilló sacando la lengua. Sin perder tiempo hundió su rostro en la intimidad de (Tn) y le dió el sexo oral que solo el sabía darle.

Ella no podía hacer nada más que gemir bajito. Una parte suya estaba excitada, le encantaba Madara y la forma en la que hacían el amor, era tan salvaje y pasional, sin mencionar que estaba bien dotado. Pero por otro lado estaba nerviosa. ¿Y si alguien los pillaba?

-Madara... Aquí no, ¿Y si nos ve algún vecino?

-Pues que tome nota de la cogida que te voy a dar.

Madara se incorporó y sin aviso metió su miembro en ella, provocando que arqueara la espalda y gimiera fuerte su nombre. Luego siguió dando fuertes estocadas, le apretó los pechos por debajo de la ropa y le mordió el cuello, ella giró la cabeza y se besaron, se mordieron y jugaron con sus lenguas.

Luego los hábiles dedos del hombre atraparon el clítoris y jugaron con él. La sintió tensarse y supo que se iba a correr, así que aceleró sus movimientos y se corrió dentro, justo después de que ella llegara al orgasmo.

Después de descansar un momento la vistió y terminó él de acomodar las cosas, ella estaba tan cansada que se tiró en un sillón un rato, descansó pensando en su esposo. Llevaban un año de casados, eran muy felices y se habían acoplado bien, ambos amaban tener sexo por todos lados, se comunicaban bien y se ayudaban.

¿Que podría pasarles?

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-¿¿Qué?? ¿Cómo que embarazada? -Le preguntaba, casi gritando, un Madara muy alterado a su chica.

-No lo sé. -Le dijo ella, siempre había cuidado de tomarse la pastilla para evitar posibles sorpresas pero... Ahora se habían llevado la sorpresa.

¿En qué momento había pasado? Oh no... Espera...

-Ya sé, fue la vez que lo hicimos en la... Ventana. -Le dijo (Tn) sonrojada. Se le había pasado esa vez.

Madara también se sonrojó. -Asi que fue esa vez. -Dijo mirando la ventana, habían pasado un buen momento ahí y se descubrió a si mismo feliz, no se arrepentía de nada. -Me emociona tener un bebé.

Ella no daba crédito. Querían una familia, pero habían decidido esperar unos años luego de casarse. Aunque muy en el fondo ella también estaba emocionada. -Igual a mi.

.

-Esta bien... está bien... respira... Todo está bien, ¿Si?

Le decía (Tn) a Madara, el hombre estaba pálido. Habían practicado qué hacer cuando el momento llegara pero no contaban con que los nervios se lo comieran vivo.

Era un sábado por la tarde, las maletas ya estaban hechas, las contracciones ya estaban en su punto, el bebé alineado y listo para salir a conocer el mundo, (Tn) disimulaba el dolor y le sonreía a su esposo. Luego de unas cuantas bocanadas de aire más, Madara Uchiha se puso de pie, empoderado y listo.

-Esta bien. -Dijo con determinación. -Vamos a tener a ese bebé.

Ese bebé... Que resultaron ser dos...

.

Madara abrió los ojos despacio, se sentía mareado, estaba acostado en una camilla, a su lado estaba su esposa.

-¡Vaya! Buenos días amor. -Le dijo ella con burla.

-(Tn)... ¿Qué pasó?

Ella se rió. -Te desmayaste cuando nació nuestro segundo hijo.

Le dijo ella riendo. Madara podía ser todo un hombre, valiente y fuerte, pero la situación lo había sobrepasado. Solo basto con escuchar al doctor decir que el segundo ya venía y ¡Zaz! El Uchiha había ido a parar al suelo. El doctor, las enfermeras y (Tn) se habían reído tanto que el segundo bebé había salido sin esfuerzo y casi sin dolor. Casi.

Luego dieron de alta a Madara, a (Tn) ya la habían dado de alta desde el día anterior, y ambos salieron caminando de ahí con sus pequeños en brazos. Dos niños de cabello negro y profundos ojos del mismo color.

Y fueron a su casa, con sus hijos, a disfrutar del amor y la dicha de tener una familia que iba creciendo.

UchihasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora