Sasuke.

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El enmascarado.

Después de desayunar y hacer las tareas en su casa, una joven fue a tender la ropa a la terraza de su casa, una casa de dos pisos. El sol pegaba fuerte. Soplaba una ligera brisa que hacía que su vestido blanco se pegase a su cuerpo y se marcasen en él sus nalgas y sus piernas.

Giró la cabeza, miró para el monte y vio a un enmascarado sentado con la espalda apoyada a un pino. Era moreno. Desde la distancia no podía apreciar el color de sus ojos ni si era guapo o feo, lo que podía ver es que era delgado y vestía una camiseta blanca en la que tenía algo así cómo un pequeño logotipo que tampoco podía distinguir.

Ponía una pinza sobre el tendal para sujetar una sábana azul cuando volvió a girar la cabeza. Vio al enmascarado mirando hacia ella y tocándose el paquete. Se puso detrás de la sábana para verlo cómodamente mientras tendía la ropa. El enmascarado mirando para ella sacó la polla empalmada y comenzó a tocarla lentamente.

Ella, sin quitarle la vista de encima, tendía la ropa a la velocidad que la tendería una tortuga si se pudiese poner de pie y tuviese manos... La polla, desde la terraza, parecía normalita, luego se fijó y vio que, o el enmascarado tenía la mano enana, o tenía un pollón.

(Tn) al meter la mano dentro de las bragas sintió un morbo tremendo, tal fue el morbo, que apartó la sábana para que el enmascarado viese su vestido levantado y donde tenía la mano, después se volvió a poner detrás de la sábana. Vio cómo el enmascarado se la pelaba más aprisa. Si lo tuviera allí le haría una mamada que lo dejaría con las piernas temblando y después lo follaría hasta dejarlo con los ojos en blanco.

Mirando cómo se pajeaba el enmascarado y mientras dos de sus dedos frotaban el clítoris y entraban y salían de ella se le fue encharcando el coño. Deseaba aquella polla dentro. Se mordía el labio inferior, se tocaba las tetas, se metía un dedo en el culo, se hizo de todo. Era su primera paja en público y su sexo lubricó muchísimo... Sus dedos ya chapoteaban dentro del coño cuando se vino. Se corrió con tanta fuerza que tuvo que morder una sábana para no gritar. El enmascarado la vio y se corrió con ella.

Acabó de correrse y salió corriendo sin acabar de tender la ropa, corrió hacia la casa y a la hora de tomar la siesta, antes de meterse en cama, se puso una camisa blanca por encima de sus bragas negras y de su sujetador a juego. Con sus pies sobre las frías baldosas de granito del piso se hizo una autofoto con su celular para mandársela a su marido al trabajo e ir calentado la cena.

En la puerta de la habitación apareció el enmascarado, tendría unos 20, 21 o 22 años, era moreno, guapo, fuerte, muy alto, de ojos negros, y lo que le pareciera un pequeño logotipo en la camiseta blanca era el escudo del clan Uchiha. Supo al momento quien era. El antifaz que llevaba no le valía de nada, cómo no le valdría a Antonio Banderas en el Zorro con la Z Jones si no fuera una película.

Se quedaron mirando sin decir nada. El enmascarado se quitó la camiseta. Ella vio su abdomen bien trabajado. Contó las piezas que tenía debajo de sus impresionantes pectorales, y luego vio saliendo del pantalón y tapando su ombligo el glande de una polla gorda.

El enmascarado, que olía a sexo salvaje, se acercó a ella y quitándole el sujetador negro le dio un pico. Ya con el sujetador sobre el piso, le pasó la lengua entre los labios de un lado al otro. Ella, sin pintura, sin carmín en los labios y oliendo a jabón de baño, sacó la punta de su lengua y esta se rozó con la del enmascarado. Echó sus brazos alrededor de su cuello y comenzó un juego de besos con lengua que acabó con la polla del enmascarado echando líquido preseminal y con su coño mojado. Después de los besos, ella se agachó, le bajo la cremallera, los pantalones y los boxers y vio el pene completo, el pene y los testículos, unos testículos acorde con el tamaño del pene.

UchihasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora