Obito.

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Cólicos.

"Mi novia tarda mucho tiempo en escoger un champú y no entiendo porqué, yo solo me fijo que diga champú y que la botella se vea cool." Dijo Kakashi.

"Ni me digas. Kurenai compra tres cremas diferentes que porque según una es para la cara, otra para el cuerpo y otra para las manos." Dijo Azuma.

"Dios mío... ¿Que no sabe que la cara y las manos también son partes del cuerpo?" Le dijo Kakashi.

"Es lo que le dije pero no entiende. Yo solo compro la botella más grande y listo."

"La mía incluso tiene crema para los ojos, crema de día y otra de noche. ¿Que tiene de especial ponerte crema en el día o en la noche? ¿No funciona igual?" Dijo Obito, los otros dos asintieron.

"¿Tu novia se pone crema en los ojos?" Preguntó Gai. Kakashi y Azuma miraron a Obito con los ojos muy abiertos.

"¿Cómo? ¿Tambien tienes que ponerte crema adentro de los ojos?" Preguntó Kakashi asombrado.

Sin duda alguna las mujeres seguían siendo todo un misterio y habían muchas cosas que ellos, como hombres, no entendían. La mente masculina es mucho más simple y práctica.

Obito, Kakashi, Azuma y Gai habían dedicado gran parte de sus vidas al ejército, dónde les habían enseñado disciplina, trabajo duro y a solucionar los problemas de la manera más rápida y eficaz posible. Además habían tenido la suerte de nacer en épocas de guerra, cuando el ejército es aún más estricto. Sabían desarmar bombas, crear explosiones usando solo un fósforo, azúcar y papel periódico, podían descifrar la ubicación del enemigo basándose en corrientes de aire y rastros terrestres pero no entendían a las mujeres.

Él, Kakashi y Azuma habían conocido a sus parejas en el ejército, luego de la guerra. Las tres chicas eran enfermeras y el flechazo había sido casi instantáneo. Cuando la guerra terminó siguieron saliendo por un tiempo, antes de que dieran el gran paso de vivir juntos.

Obito llevaba casi un mes viviendo con (Tn) y en ese tiempo había notado ciertas cosas que le causaban curiosidad, como la cantidad excesiva de productos que ella usaba. Cremas, jabones, champú, acondicionador, sprays, aceites, bálsamos y la lista continuaba. Obito no entendía para qué era todo eso.

Pero había una cuestión más que él aún no conocía y que sin duda le causaría un gran impacto.

.

Al llegar a casa descubrió a su novia dormida en el sofá, una manta le cubría las piernas. Ella se movía, inquieta, y de vez en cuando se quejaba entre sueños.

Obito se sentó a su lado, la miró en silencio por un momento y ella se quejó nuevamente, sus manos estaban frías pero su frente estaba caliente. Decidió despertarla con cuidado.

"¿Mmm?" (Tn) abrió los ojos despacio, con pesadez.

"¿Que te pasa? ¿Te duele algo?" Le preguntó él. Estando en el ejército tenía prioridades, ahora su prioridad era ella, que estuviera bien, sana y feliz.

"No es nada. Se me va a pasar." Respondió, pero Obito pudo notar una ligera mueca de dolor.

"Te duele algo. Dime qué es." Le exigió.

"Obito, solo son cólicos."

El asintió. Luego se levantó y se fue a una de las habitaciones, dónde llamó a sus amigos. Azuma fue el primero en contestar.

"¿Que carajos son cólicos?" Lanzó la pregunta de inmediato. Se había presentado un problema y debía solucionarlo cuanto antes.

"No sé. Kurenai a veces también me dice eso. Debe ser alguna enfermedad crónica o algo porque le pasa seguido."

"¿Qué tan seguido?"

"No sé... Más o menos una vez al mes. ¿También le pasa a (Tn)? Creí que solo era a ella."

"¿Que le pasa a (Tn)?" Preguntó Kakashi uniéndose a la llamada.

"Tiene cólicos." Dijeron los otros dos.

"Cólicos. ¿Ya la llevaste al doctor?"

"No, aún no. Apenas me enteré. ¿Creen que sea algo grave?"

"Pues Kurenai se pone muy mal pero tiene pastillas para eso, creo que se las recetó el doctor."

"¿Pastillas? ¿Que pastillas?"

"No recuerdo el nombre, pero la caja tenía letras rosas."

Así que entonces debía llevarla al doctor y comprar pastillas. Listo, eso sonaba como un plan. Colgó. Azuma y Kakashi también lo hicieron.

"¿Hola? Chicos, deberíamos salir hoy en la noche." Dijo Gai. "¿Siguen ahí? ¿No? Ah, está bien, supongo que seré solo yo... De nuevo. No importa, más nenas para Gai.

Gai colgó.

.

"(Tn) debemos ir al doctor." Dijo Obito al regresar a la sala.

"¿Qué? ¿Por?"

"Talvez tienes una enfermedad crónica." Le dijo recordando las palabras de Azuma.

"¿Los cólicos?" Él asintió. "No es algo crónico."

Si era una enfermedad y no era crónica entonces era algo viral. Un virus que se pasa de una persona a otra.

"Dios santo... Te contagié de cólicos." Dijo poniendo ambas manos en su cabeza.

"¿Qué?"

"Debe ser porque no me lavo las manos antes de comer." Dijo Obito mientras (Tn) solo lo veía con gracia. "Perdóname, te prometo que voy a tener más cuidado a partir de ahora, pero debo llevarte al doctor de todos modos. Te va a analizar y te dará pastillas, talvez un tratamiento completo y en dos semanas estarás bien."

"Obito..."

"Iré a traerte un suéter."

"Obito..."

"Talvez necesite tomar muestras de sangre para hacerte estudios."

"¡Obito!"

"¿Qué? ¿Por qué me gritas? Estoy preocupado por ti."

"Por eso mismo. No necesitas preocuparte por esto. Es algo normal que pasa cada mes."

"A Kurenai también le pasa cada mes. Quizás es un padecimiento que solo les pasa a las mujeres cada determinado tiempo."

(Tn) se rió con suavidad, sabía que su novio había pasado sus años de formación en el ejército y luego en la guerra, pero jamás se le pasó por la cabeza que no supiera acerca de los cólicos. Para ella era algo completamente normal y sabía que con una siesta y un té se le pasarían, o al menos serían más leves.

Entonces procedió a explicarle que todo estaba relacionado con la menstruación, algo que Obito si sabía. Le dijo que podía sentir frío o calor, que su vientre dolía, se ponía de mal humor o lloraba por cualquier cosa y que no descansaba bien en esos días.

Luego Obito se calmó. Entonces todo eso era causado por la menstruación, su cabeza unió los puntos pero aún había algo pendiente.

"¿Y cómo te ayudo?" Le preguntó. Su formación lo obligaba a darle solución al problema, no podía detener la menstruación pero si podía hacer algo con los efectos, podía hacer que todo fuera más llevadero para ella.

Y luego procedió a hacer lo que mejor sabía hacer en el ejército: seguir órdenes.

Primero le hizo un té, se aseguró de mantener sus piernas calientes, le dió chocolate, la abrazó, le dió más chocolates y finalmente fue a su farmacia más cercana a comprar pastillas para cólicos y un paquete morado con algo esponjoso adentro, por si se ocupaba.

Mientras ella dormía en sus brazos, Obito se dió cuenta de que jamás iba a terminar de entenderla, por más que intentara no descifraría su mente, pero podía cuidarla.

"Lo hiciste bien Obito, lo hiciste bien." Se dijo en un susurro y se dió una palmadita mental. No podía esperar a ver a sus amigos en el trabajo para hablarles de los nuevos descubrimientos que había hecho.

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