Itachi.

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Trabajo.

Desperté en mitad de la noche a causa del frío, al mirar alrededor ví que la ventana estaba abierta y que estaba sola en la cama, así que me acerqué.

-¿No puedes dormir?

-¿Mmm? ¿Te desperté?- me preguntó con la mirada cansada.

-Me dió frío...- Itachi me abrazó. -¿Sigues pensando en eso?

-No, bueno sí, pero no. Intentó encontrar otra solución pero... Es que no hay nada.

Lo miré con tristeza, imagino el dolor que debe causarle toda esta situación, después de todo es su familia.

-Oye, si ya no hay otra cosa que se pueda hacer entonces...- Le dije dudosa. -Yo te voy a ayudar.

-No, pero qué cosas dices.

-Puedes ser parte del problema o ser parte de la solución, ¿No? Toda la aldea está siendo parte del problema, nadie dice nada, nadie hace nada y mientras...

-Mientras toda mi familia se prepara para un golpe de estado.- Completó él.

Y era cierto, el clan Uchiha estaba casi listo para levantarse en armas. El hokage lo sabía porque Itachi se lo había informado y, tras meses de análisis, ambos concluyeron en que solo había una manera de detenerlos, y era por las malas, ya antes lo habían intentado por las buenas y estas eran las consecuencias.

Genocidio. Acabar con todos excepto con Sasuke, el hermanito de Itachi, ese era el trato con el hokage. Sé lo mucho que esto le costaba, pero Itachi había vivido parte de su infancia en la guerra y no quería eso para Sasuke ni para nadie.

Aún así dudaba un poco, muy dentro de él quería creer que había otra manera de solucionar el problema. Pero se estaba acabando el tiempo y debía tomar una decisión. Cada día que pasaba los Uchiha estaban un paso más cerca de lograr su venganza.

-Lo haré. Tengo que hacerlo.

La firmeza en su voz iba más enfocada en convencerce a si mismo que a mí. Aún así había una parte que no me gustaba.

-Oye, creo que últimamente no has pensado en otra cosa, ¿No crees que... Necesitas distraerte un poco?

Le dije mientras rozaba su cuello.

-¿Que tienes en mente?- me preguntó con voz seductora, sus hombros al fin un poco más relajados.

-¿Por qué no vienes conmigo y...- iba a terminar de decir algo pero no pude, los labios de Itachi cubrieron los míos de inmediato; era un beso salvaje y avorazado, sus manos me rodearon la cintura y me cargó de vuelta a la cama.

Esa noche me aseguré de quitarle todo el estrés de encima, unimos nuestros cuerpos una y otra vez, tanto como nos fue posible y al final Itachi pudo dormir perfectamente bien sobre mi pecho.

//Después de la masacre//

Itachi se encontraba en la oficina del hokage para decirle que todo había salido de acuerdo al plan.

-Bien hecho. Ambos sabemos que no había otra manera, así que no te atormentes con esto.

Itachi, parado frente al hokage, cubierto de sangre y las manos temblorosas, asintió y se relajó un poco.

-Sin embargo, tu sabes que yo, como hokage, no puedo ocultar ni perdonar algo como esto. Alguien tiene que pagar las consecuencias, mucha gente murió y hay testigos que te señalan a ti en el lugar de los hechos.

Ambos hombres se miraron por un par de segundos, el más joven entendía (y ya sospechaba) lo que hacía el mayor y aún así sintió un poco de traición. Se sintió usado, él se había manchado las manos para preservar la paz y ahora el mismo hombre que le dió la orden estaba recriminandolo y lavandose las manos. En fin, ya lo sabía desde antes.

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