❝Capítulo 7❞

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—¿Y ya sabes que usarás? —Cassandra cuestionó—. Tiene que ser algo asombroso pero si llamar mucho la atención, no querrás verte urgida —llevó su mano al pecho.

—Tengo el vestido perfecto, al igual que los accesorios —María sonrió—. Aunque de igual forma, hoy mi madre me dará su opinión.

________ caminaba en silencio, al fin había terminado el día de clases, —Yo me quedo, nos vemos más tarde —se despidió de su prima.

—¿Si traes sombrilla, cierto?. Hoy la señora Pepa hará llover dentro de una hora —informó.

—Sí... —pensó—, eso creo. Da igual.

María rodó los ojos, —Yo iré con mi madre, nos vemos más tarde.

Hoy era Viernes y eso significa clases de canto para la rubia. ¿Qué si era porque quería? ¡no!, la realidad era de que su madre la incluyó en esa clase extra sólo para evitar que se uniera al club de literatura. Según Catalina, la lectura no le traía nada bueno, o al menos si el libro no se trataba sobre cómo ser buena ama de casa.

María estaba en la clase de tejer, pero desde que su maestra había entrado en las últimas semanas de embarazo se habían cancelado, así que tanto ella como Cassandra tenían libre los viernes.

—¡Al fin pude verla! —la recibió la señora Fernández, si, ella era su maestra de canto.

—¿Qué sucede?

Estaba a punto de hablar pero las demás que tomaban la clase comenzaron a llegar, —Al final de clase —pospuso la conversación.

Ambas tomaron su posición maestra-alumna.

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—¿Seguro que es todo lo que necesita? —Camilo miró a su profesor.

—Por hoy sí —observó su reloj de bolsillo—, ya casi ha pasado una hora desde la salida y tus padres han de estar preocupados.

—Ellos saben que esto suele pasar, si no es usted es alguna persona del pueblo —mencionó con normalidad.

Y era verdad, aveces salía de la escuela y montones de personas le pedían favores del transcurso a su casa. Y no tenía otra opción más que aceptar.

Tomó su mochila, —Entonces me voy, hasta mañana —sonrió levemente y salió del salón.

A sus espaldas podía escuchar como el señor le agradecía. Miró como el lugar se veía completamente solitario, o era así hasta que vio como algunas chicas salían conversando y riendo de un salón.

Comenzó a caminar a la salida de la escuela  mientras se estiraba un poco y cerraba los ojos, últimamente se sentía un poco cansado con todo lo que sucedía en su vida; tener que cumplir sus obligaciones, mantener una buena relación con María, seguir teniendo una imagen buena para el pueblo, ser servicial, todo eso era demasiado agotador. Sintió como una pequeña gota cayó en su cara, miró el cielo cuidadosamente y como éste cambiaba su color azul agradable por uno grisáceo; el sol permaneció en su lugar para evitar que el ambiente se tornara apesadumbrado, esto era una acción que había repetido desde hace algunos años.

—¡Mamá! —reprochó.

Había olvidado por completo que su madre provocaría lluvia esta tarde para aumentar las cosechas como era costumbre.

Las gotas cayeron con más rapidez, observó a todos lados en busca de un refugio, ya estaba un poco lejos de la escuela como para regresar. Había varios árboles en el camino así que optó por resguardarse debajo de uno, al menos la lluvia no se sentía tanto.

Real you [Camilo Madrigal] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora