❝Capítulo 2❞

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—¿Cómo un tonto trozo de tela podía ser tan difícil de conseguir? —murmuró Camilo con enfado.

—Tú mismo lo dijiste, es algo muy común últimamente —Mirabel dijo obvia—. Es la prenda de la temporada así que, sólo muy pocas logran tenerla.

—Cosas de mujeres —dijo cansado.

Los primos admiraban el cartel con la prenda dibujada en este, se encontraban en una costurería intentando conseguir el ejemplar.

—Joven Madrigal —llamó una empleada del lugar—. Sólo por ser usted logramos conseguirle una, sólo que es talla mediana —sonrió nerviosa.

Sonrió, —Oh, no hay problema con eso. ¿Cuánto sería?.

—El día de hoy tenemos descuento, pasemos a mi escritorio por favor —guió la señora.

Camilo la siguió.

Mirabel se quedó cerca de la puerta esperándolo. La campana de la entrada sonó al momento en que la puerta fue abierta, una chica de cabello rubio oscuro entró.

—Buenos días —saludó sonriente.

—Buen día —Mirabel sonrió.

—Julia —se acercó a una empleada—, ¿tienes lista la blusa que encargó mi madre?. Realmente deseo que digas que no.

—En realidad... —se mostró nerviosa.

_________ se giró a un maniquí que estaba en el lugar, tenía puesta la blusa que se le había mandado a elaborar.

—Oh, si la tienen —dijo desanimada.

Se acercó para agarrarla pero en ese momento alguien más la agarró del otro lado. La rubia se asomó confundida encontrándose con un chico que hacía la misma acción.

—¿Puede soltarla?, podría romperla —ordenó.

—¿Disculpa?, debería de soltarla usted —Camilo devolvió.

—Es mi blusa, Madrigal.

—Es MI blusa.

Chasqueó la lengua, —Tiene buenos gustos pero, lo siento, debe de mandar a hacer la suya porque esta es mía.

Camilo sonrió sarcásticamente, —Yo pagué por ella, así que es mía.

—No la jalen tanto —la empleada que atendió a Camilo quitó la mano de ambos—. Señorita Márquez, lo siento pero su blusa aún no está lista. Esta es del joven Camilo, no la suya.

El mencionado dio una risa triunfante.

—Bien, no importa —dijo indeferente—. Puede tardar todo lo que quiera, y por cierto, lo del arreglo que le pidió mi madre no lo tome en cuenta; ya suficiente tengo con tener que usar esa blusa cuando esté lista.

—Claro, lo que usted diga —asintió.

Miró por última vez a Camilo quien la veía con superioridad, le dedicó una sonrisa falsa y volvió a mirar a la empleada, —Pensándolo mejor, ¿podría cancelar el pedido y devolver el dinero?. 

Triunfante salió de aquella tienda, y así de fácil logró deshacerse de usar aquella blusa.

—¿Y? —encontró a su madre en el camino—. ¿Dónde está la blusa?.

—Aún no la tienen lista, afortunadamente —susurró esto último—. Por eso prefirieron darme el dinero que habías adelantado —le extendió los billetes.

—Ya han pasado tres días —dijo inconforme—. ¿Cómo no pudieron tenerla lista? —recibió el dinero.

—Han tenido muchos pedidos, comprende. Además yo misma te dije que no necesitaba más blusas, tengo suficientes.

Real you [Camilo Madrigal] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora