Víctor y Yuuri se encontraban practicando en el lago de la finca. Víctor estaba puliendo su presentación que en pocas semanas se llevaría a cabo, mientras Yuuri preparaba la propia para su deleite personal y quizá, con un poco más de confianza, para enseñársela a su familia.
Desde hacía un par de días, el patinador real le había otorgado al azabache la libertad de andar a su ritmo y sin supervisión, confiaba en su nuevo rango de visión y que la libertad aumentara su autoestima y felicidad. Para Yuuri, aquello era bien recibido.
Y entre prácticas y calentamientos individuales, una idea descabellada cruzó por la cabeza de Nikiforov –Yuuri- dijo de forma melosa, sabiendo que ese llamado era el más eficaz ante los sensibles oídos de su amigo -¿te gustaría practicar levantamientos?
El mencionado detuvo su andar, mirando con estupefacción al otro -¿levantamientos?- alzó una ceja – ¿te refieres a eso que hacen las parejas en el lago del pueblo?- preguntó escéptico, recordando aquellas veces en su infancia donde veía a su hermano Takeshi levantar en los aires a la que en ese tiempo era la novia de este, Yuko; ambos girando, ella en el aire en una hermosa pose mientras su hermano en el hielo.
La cabeza del peli plata se agitó de forma positiva –será divertido- aseguró con una sonrisa a pesar de no tener ni la menor idea de cómo hacerlo. Algo dudoso, el otro aceptó. Víctor extendió su mano derecha –dame tu mano- pidió, era un requisito base para patinar en parejas.
Yuuri miró con timidez la mano ajena y tras dudarlo un par de segundos, se armó de valor y la sostuvo entre las suyas, dándose cuenta de inmediato la gran diferencia que había entre ambas. Aquellos dedos ajenos eran largos y delgados, con algo de cayos producto del labrar de la tierra y algunas caídas sobre el hielo. Las sintió cálidas a pesar de estar a mitad del invierno y las apretó más, queriendo hacer suya tal sensación.
Víctor regresó el apretón y empezó a deslizarse sobre el hielo, invitando al menor a acompañarlo e irse ajustado a la velocidad del otro. Dieron varias vueltas tomados de la mano mientras tomaban valor para realizar movimientos más elaborados.
El azabache fue el primero en intentar un movimiento y confió en la experiencia del peli plata para seguirle el ritmo. Tomó velocidad, arrastrando al otro y sin su permiso, lo tomó de la mano libre. Ahora ambos se sostenían de ambas manos, girando por todo el lago y aventurado, elevó una pierna que Víctor logró sostener con un quiebre.
No teniendo ni idea de qué hacer ni de cuanta fuerza aplicar, Víctor aprovechó la pierna alzada de Yuuri y la usó para impulsarlo sobre su cabeza. Este dio un grito ahogado al no sentir el piso bajo sus pies pero el viento y la sensación de velocidad sobre su cuerpo lo relajó, haciendo para el patinador real más fácil el equilibrio entre ambos.
Tras breves segundos que parecieron eternos ante el nerviosismo de caer o tropezarse, ambos detuvieron su aventura. Jadeaban por falta de aire, por la adrenalina que aún seguía en sus organismos y por la emoción de haber experimentado algo nuevo.
-Ahora entiendo porque Yuko se veía tan feliz cada vez que Takeshi y ellos patinaban juntos- dijo el oji café mientras recordaba aquellos días donde él y sus hermanos iban al lago del pueblo durante las tardes de invierno.
Víctor sonrió febril, aún estaba reponiéndose del cansancio. Sus ojos no se apartaban de su acompañante quien resplandecía más que el mismo sol. Sus facciones demostraban alegría producto de la nueva experiencia y sus ojos brillaban ante la mención de viejos recuerdos. El deseo de palpar la felicidad ajena se hizo presente, como un pequeño diablillo codicioso que lo incitaba a tomar todo de él y sin negarse a hacerlo, se acercó así como aquella noche en que se despidió del joven y sostuvo su rostro entre sus manos –Yuuri.
El mencionado levantó la mirada, sus ojos brillaban pero ya no por los recuerdos del pasado sino por una sensación y un sentimiento nuevo y ajeno -¿Víctor?- respondió, la duda era palpable en su voz y sus labios temblaban producto del nerviosismo de tener aquel perfecto hombre tan cerca del suyo.
Sus frentes se tocaron de forma instintiva mientras sus alientos chocaban, creando un vaho alrededor. Quizá era el frio que comenzaba a calar o la excitación del momento pero por un segundo, los ojos de Yuuri pudieron reconocer nuevamente un color que no era el gris, blanco o negro; en los ojos de Víctor, un tenue y casi imperceptible azul verdoso se hacía presente.
-Víctor- volvió a llamarlo, ya no con ingenuidad o nerviosismo sino con ímpetu y sorpresa. Juntó aún más sus frentes y colocó sus ojos sobre los ajenos, importándole poco la cercanía y lo extraño de la situación -¿de qué color son tus ojos?- preguntó con impaciencia.
No entendiendo a que iba Katsuki, el peli plata sostuvo la mirada –son azules con destellos de verde- dijo dudoso -¿Por qué?
Y antes que el azabache pudiera contestar a la pregunta, Makkachin hizo acto de presencia, abalanzándose contra ambos, empujándolos al suelo y lamiéndoles la cara por igual.
Poco a poco, los engranes del amor se movían en la vida de Katsuki y los colores empezaban a regresar a su vida.
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Don y Maldición
FanficEn un mundo donde los dones existen, Victor Nikiforov quien tiene la maldición de alejar a las personas que ama y Yuuri Katsuki quien tiene la maldición de no ver mas allá de lo que su amor le permite, se conocen y forjan una amistad que poco a poco...