Capitulo 19

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Yuuri y Phichit veían el vestíbulo con gran apatía, no había huéspedes que atender ni comensales a quienes servir. Las fiestas decembrinas estaban en total apogeo y no había viajeros puesto que estos estaban en sus casas celebrando con sus familias.

Ni que decir de ir a patinar, la última semana había estado nevando sin parar acompañado de ventiscas que si no eras precavido, podían arrastrarte por los aires. Tampoco podían visitar o ser visitados por Nikiforov, este había sido llamado por el rey hacia exactamente una semana, la misma noche que empezó a nevar.

Hiroko quien siempre veía a sus hijos tan alegres, se sintió mal al verlos en ese nuevo estado de ánimo. Podía entender que Phichit estuviera aburrido, su don de las palabras necesitaba ser alimentado por los paseantes pero de Yuuri, era extraño.

-¿Extrañas a Vitya?- preguntó con cierta preocupación mientras acomodaba de forma maternal el flequillo rebelde de su hijo.

Vitya era el apodo que la familia le había dado a Víctor luego de semanas de amistad y cenas familiares. Era un sobre nombre lindo según Víctor y más si el peli negro lo decía con su dulce voz pero ahora la sola mención lo entristecía, se había acostumbrado a estar siempre cerca de él.

Yuuri, quien no quería preocupar a su madre por su exagerado apego hacia el patinador real negó con la cabeza –este clima me deprime, no me deja salir a patinar- mintió, aunque ciertamente desde que su rango de visión se había expandido, no había tenido oportunidad de probarlo en el lago congelado.

Hiroko, insatisfecha por la poca sincera respuesta de su hijo solo frunció los labios –bueno, pero quiten esas caras. Vengan, ayúdenme a preparar la cena para la fiesta de esta noche- pidió, recordando porque había llegado en primer lugar ahí. Esa noche celebrarían navidad y necesitaba manos en la cocina.

Horas más tarde, Toshiya entró a la cocina, cargando una pequeña cubeta de patatas, las que harían en sopa para el acompañamiento del pavo. Dirigió la mirada hacia su esposa y sus dos pinches, notando enseguida que el menor de sus hijos usaba el cuchillo con naturalidad. Su pecho se inflo de orgullo, ni en sus sueños más locos imaginaba a su hijo retomar las cosas que hacía cuando tenía su visión perfecta –este año será una buena cena- dijo alegre.

Por otro lado, en el palacio real, Víctor acompañaba a su madre a tomar el té mientras esperaban a que el banquete de la noche fuera anunciado. A pesar de las fiestas, el rey estaba ocupado con juntas de consejo, dichas juntas eran para presionarlo por el anuncio de su sucesor cosa que se negaba a hacer, no hasta que su hijo estuviera de acuerdo.

Llevaba una semana desde que llegó al palacio, semana en la que no pudo prácticar, solo ponerse al corriente con sus padres quienes siempre estaban deseosos de saber cómo le estaba yendo. Una de las tantas interrogantes que le hacían era sobre su amigo quien Takeshi, el guardia real, divulgó ser su hermano menor.

Víctor no negó tal rumor y explicó a sus padres la fuerte amistad que nació entre él y el ex patinador real, y como la familia de este lo había recibido con los brazos abiertos en la dinámica familiar, lo cual agradecía porque lo hacían sentir menos solitario.

Mientras tomaban el té, la reina escuchaba atenta cada comentario referente a Katsuki –ojala algún día lo traigas de visita al palacio- dijo algo entusiasmada, compitiendo con el entusiasmo de su hijo al hablar de él –por lo que cuentas, es un chico maravilloso.

El comentario de su madre le hizo sentir un poco de vergüenza mientras su pulso se aceleraba un poco –sí, algún día lo invitaré al palacio- respondió para después desviar el tema a otros puntos como lo era la insistencia de Olga por conseguirle una doncella, la temporada de siembra y sus planes de viajar al pueblo vecino en el próximo verano.

Y entre platica y platica, una de las sirvientas se anunció –en unos minutos estará la cena de celebración- dijo para luego perderse tras las enormes puertas de madera. Tanto Víctor como su madre se levantaron de sus asientos y fueron en busca del rey quien seguramente ya estaba saliendo de la junta de consejo.

-Parece que la ventisca se detuvo- comento la reina mientras enfocaba sus azules ojos hacia el gran ventanal por el que pasaban –creo que hoy tendremos una maravillosa fiesta de cumpleaños, ¿no es así Vitya?

Víctor asintió, a la media noche él estaría cumpliendo un año más de vida.

Don y MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora