Capitulo 16

13 4 0
                                    


La mañana siguiente al regreso de Nikiforov, Yuuri se levantó con un nuevo descubrimiento, su rango de visión había aumentado. No fue un gran aumento de hecho, solo había aumentado lo equivalente a dos manos pero eso basto para correr por toda la casa, pregonando las buenas nuevas.

Esa mañana, con la ayuda de Hiroko, hicieron pruebas del nuevo rango de visión y así como todos tenían una tabla de crecimiento pegada a la puerta del hogar, ellos tenían en el corredor que daba hacia el patio, un medidor para el rango de visión de Yuuri. Era una línea que empezaba en la puerta de servicio y que marcaron con un cuchillo.

La familia estaba contenta, no solo porque Takeshi los visitó sino porque ahora su cuarto hijo parecía poco a poco liberarse de la maldición. Esa mañana festejaron con katsudon y esperaron con ansias la llegada de Víctor para añadirlo a la burbuja de felicidad en la que ahora flotaban.

Yuuri, ahora gozando de un nuevo rango de visión y una autonomía cedida por sus padres, barría con ánimos el recibidor; una sonrisa surcaba sus labios, algo que últimamente permanecía en ellos. En el recibidor, Takeshi y Phichit platicaban sobre los cambios que habían sucedido en la familia, atribuyéndolos a Nikiforov y entre platica y platica, al segundo hermano se le salió una insinuación.

-¿Y si Yuuri se está empezando a enamorar de Víctor?-

Las cejas de Phichit se curvaron en señal de desaprobación -¡No!- dijo molesto –no sabemos las verdaderas intenciones de ese patinador, ¿y si solo lo quiere usar? Imagínate, si Yuuri se termina enamorando de él, ¡empeoraría su situación!

Takeshi negó con la cabeza, él sabía algo que en el palacio era bien conocido pero en público no y era que Víctor Nikiforov era en realidad el hijo del rey, el sucesor de la corona y aunque le hubiese gustado disolver las preocupaciones del tercer hermano, si revelaba aquel secreto su posición como caballero real estaría en peligro así como su reputación –Víctor es una buena persona que carga con su propia maldición.

-¿Víctor también esta maldecido?- preguntó interesado el tercer hermano, sus ojos oliva se abrieron por el repentino interés –cuéntamelo todo y sin omitir detalle- pidió, aquello sería su arma contra el patinador real si intentaba atentar contra su hermano menor.

Sabiendo el error que había cometido, Takeshi negó fervientemente con la cabeza –realmente es solo un rumor. Sus trabajadores dice que siempre está solo, no se sabe si tiene o no familia así que suponen que fue maldecido con vivir en soledad pero ya sabes, son rumores de pueblo, no hagas caso a ellos- explicó con rapidez, dejando al otro insatisfecho y con hambre de conocimiento.

Y mientras discutían sobre aquello, un cuarto hombre entró, se trataba de Víctor que venía envuelto en una gran bufanda negra y un saco color caqui -¡Yuuri!- exclamó con alegría, no habían pasado ni veinticuatro horas de haberlo visto y ya clamaba al otro con tanta necesidad -¿listo para ir hoy al lago del pueblo?

Phichit y Takeshi prestaron atención a la escena que empezaba a desarrollarse. De un lado, Yuuri dejaba a un lado su quehacer y corría hacia dónde provenía la voz del peli plateado, y por otro lado, este realizaba lo mismo, sacándose la bufanda que le impediría completar de forma cómoda el abrazo que pronto iban a darse.

Sus cuerpos se amoldaron, un brazo arriba, otro abajo, cabeza sobre pecho y otra sobre cabeza. El abrazo de la noche a la mañana se había convertido en un ritual para esos dos quienes poca importancia le daban al hecho, se convirtió en algo tan natural como respirar o parpadear.

El carraspeo de Phichit cortó la conmovedora escena –Yuuri tiene todavía algunos pendientes por hacer- advirtió, definitivamente era un hermano algo celoso y sobre protector –saldrán al lago una vez los termine.

Dándole la razón a su hermano, Yuuri se apartó de Víctor y retomó el quehacer que estaba haciendo –nada más término de barrer, cambio las sabanas de todas las camas de la posada y salimos- dijo lleno de resignación.

-¿Y si te ayudo?- se ofreció Nikiforov, su sonrisa había tomado forma de corazón –así terminas rápido y tendremos más tiempo para estar en el lago.

El tercer hermano se golpeó la frente, no había forma de desanimar al patinador real. A su lado, el segundo hermano reía divertido por la escena, sus días se estaban tornando más divertidos. Finalmente, Víctor se salió con la suya, haciendo equipo con el oji café.

Entrada la tarde, Víctor y Yuuri salieron al lago del pueblo, acompañados de Takeshi quien iba de regreso al castillo. El segundo y cuarto hijo se despidieron de su madre mientras el invitado los veía desde la entrada. El de ojos azules envidio por breves momentos aquella convivencia familiar que decidió cambiar por el don que ahora poseía.

Don y MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora