Capítulo 13

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Seguía lloviendo cuando despertó. Tras pestañear un par de veces pudo ver con claridad el rostro de Alistair velándola en sus sueños.

—¿Te sientes mejor?—cuestionó él. Ella asintió, aún estaba un poco dormida para hablar con normalidad.—has estado durmiendo el resto de la tarde, ya ha anochecido.—le explicó.

—¿Tienes que volver a la posada?—cuestiono con algo de tristeza. Él negó con la cabeza.

—No quiero moverme de aquí. —contestó antes de inclinarse sobre el rostro de Lorna para besarla.

Ella colocó las manos en sus mejillas, acunando el rostro masculino. La áspera barba le hacía cosquillas en la palma de la mano, mientras que los labios de Alistair la llenaban de calor. Pronto el beso se volvió más sensual, aunque seguía conservando la delicadeza con la que había comenzado.

Alistair acabó posicionándose sobre Lorna, su piel intentaba encajar con la de la joven sin sepultarla bajo su peso. Ella notaba en cada una las caricias su entrega. Porque estaba totalmente entregado. A Lorna. Su dedicación casi parecía una alabanza, desde sus labios, hasta sus grandes manos que paseaban sobre los muslos femeninos. A Lorna nunca la habían hecho sentir tan querida o importante.

Se sintió libre de acariciar la superficie de su cuerpo tal y como él hacía con el suyo. El mapa irregular entre la dureza, suavidad y las zonas curtidas en batallas marcadas por rugosas cicatrices, hacían a Lorna estremecerse de placer y preocupación a partes iguales. Elevó las caderas contra su miembro, el cual llevaba tiempo reclamando su atención, para mostrarle que lo estaba deseando. Ante la respuesta gutural de Alistair contra sus labios, que resonó en su garganta, se animó a rodear su cintura con las piernas.

De nuevo los dos se habían sumido en su mundo particular, navegando entre el deseo y la pasión. La fricción del cuerpo de Lorna contra su verga le estaba causando estragos. Sin saber porque, se sentía más impaciente que en su anterior encuentro. Quizás la rabia por las desdichas de Lorna, sumada a la necesidad de hacerle saber que la amaba sin importar nada, lo impulsaba a actuar. Porque la amaba. No había tenido un sentimiento tan intenso por nadie, tanto que no se quisiera alejar de ella. Puede que no fuera un amor forjado cómo el que su primo Kendrick y May compartían. Pero sin duda alguna la estaba empezando a amar y no se sentía nada incómodo.

Tampoco quería desvelar ese secreto, aún no. La prioridad era sanar a Lorna, en todos los sentidos que había sido dañada. No sería justo para ella confesarle tal sentimiento, su inseguridad no la dejaría disfrutarlo. Y él a pesar de haber enfrentado a la muerte en muchas ocasiones, sentía miedo de todo lo que empezaba a germinar en su corazón. Ambos necesitaban tiempo.

Tal y cómo habían pactado solo existían ellos en aquella habitación. Disfrutarían de ello. Lorna llevaba tiempo jadeando, su cuerpo estaba cansado pero con ganas de volver a sentir a Alistair. Aunque esta vez no dominaba en la situación, no se sintió desprotegida u obligada, se dejó llevar gustosa por los planes de Alistair. Llevaba un rato prodigándole ardientes besos en los senos pecosos. Lorna deseaba más.

—Alistair, bésame...—murmuró con dificultad en un jadeo.

El no tardó en acatar la orden dejando un sendero de besos a través de su torso. Pronto su boca se encontraba donde ella lo necesitaba. Lorna cerró los ojos con dificultad a medida que disfrutaba de sus lánguidas caricias y se movía inquieta. Cada lametón o roce accidental de sus dientes sobre su clítoris, hacía que la electricidad invadiera su ser a gran velocidad. Las exploraciones de la lengua en su vagina hicieron el resto para que se arquease mientras los torrentes cálidos la humedecían por completo.

Aún estaba recuperando el aliento, cuando en un brusco movimiento, Alistair se la penetró hasta la empuñadura. Él gimió algo molesto. Maldijo mentalmente su impaciencia y poca delicadeza.

Criatura Salvaje | Saga Salvaje IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora