* Mis bellas lectoras antes de empezar con esta historia quiero que sepan que hay una anterior en la saga, Tierra Salvaje que la pueden encontrar en mi perfil, que a pesar de no ser necesario haberla leído pero si recomendable para entender mejor la dinámica de los personajes.
De haber sabido que se encontraría en aquella situación, nunca habría aceptado el trato... o quizás lo hubiera aceptado mucho antes. En cualquier caso, ya era tarde para tomar decisiones, para juzgar lo que estaba bien y lo que estaba mal, incluso dentro de su corazón. Tenía que dejar de cuestionarse, de pensar en todo lo que había pasado o porque había ocurrido. Dejó escapar un largo suspiro, siendo consciente de que hacía mucho que no se acordaba de vivir.
Se apartó el sudor de la frente al tiempo que resoplaba. Hacía demasiado calor para aquella época, aún estaban en plena primavera. Por otro lado, eso había compensado el hecho de que la chimenea no tirara el humo hacía arriba, inundando la casa de humo cada vez que encendía el fuego. Con aquel calor infernal no era necesario caldear la casa, pero a la hora de cocinar, eso era otra historia.
Otra mañana de trabajo rutinario, recolectando verduras del gran huerto del castillo Caladh. Sus días se repetían uno tras otro sin nada que los hiciera especiales. El mismo trabajo, la misma comida, la misma gente y la misma sensación de desasosiego y alerta que inundaba sus entrañas.
Lo único que había variado aquella mañana era que habían cogido por el sendero del bosque, buscando la sombra mientras cargaba la pesada cesta, en vez de cruzar el claro bajo el sol abrasador. Todas habían coincidido en que el sol estaba afectando demasiado a la palidez de sus rostros, con la diferencia de que a Lorna no le importaba tener una tez nívea e inmaculada para llamar la atención de algún mozo. Simplemente sentía que su piel se irritaba bajo el sol y le dolían cada una de las pecas que salpicaban su faz.
Iba caminando con la mirada perdida, sin ver nada, mientras que el incesante parloteo de Seamus llenaba sus oídos. Cuando el muchacho alto y desgarbado comenzaba a hablar, no había nada que pudiera hacerlo callar. Ni si quiera la pesada leña que cargaba a su espalda o una mirada de Nerys, la joven de la que siempre había estado prendado. El chico estaba acostumbrado a los desplantes de Nerys por tener menor edad que ella y no ser lo suficiente "hombre" para ella, sin embargo no cesaba en su empeño de prestarle atención.
Lorna ya le había advertido que malgastaba su tiempo en ella, no solo porque la joven no mostraba el mínimo interés, sino porque Nerys no era una persona de fiar. Tenía que reconocer que había desarrollado un afecto especial hacia Seamus, le recordaba a sus hermanos menores y no podía evitar comportarse como su hermana mayor. Lo único que lamentaba era no poder traerlo a su casa y ver como el pobre subsistía en aquella destartalada choza. No era posible, pues a pesar de ser apenas un adolescente de quince años, aparentaba mucha más edad ¿Ella y un hombre conviviendo en la misma casa sin estar casados? Los condenarían a la hoguera a ambos. Incluso si Seamus fuera más aniñado los obligarían a contraer nupcias, estaba segura. Y eso era algo que ninguno de los dos deseaba.
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Criatura Salvaje | Saga Salvaje II
RomanceSegundo libro #sagasalvaje Tras varios años perdida en su propia vida, Lorna ha conseguido la estabilidad que tanto ansiaba. Refugiada en las tierras de Caladh, ha creado una nueva Lorna de la que pocos conocen su verdadera historia, lo único certe...