Capítulo 11

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Gracias a ese dinero Lorna estaba sobreviviendo. Lo usaba para comprar lo necesario para abastecer la granja y tener comida sobre la mesa cada día. Sin embargo no era ilusa. Su padre y sus hermanos, solo invertían unas pocas monedas en la granja y lo demás lo reservaban para sus vicios. De modo que Lorna decidió guardar parte del dinero para ella, para su futuro.

Le debía mucho al doctor Craig, aunque era consciente de que lo hacía por su madre. Por su amor prohibido y no por ella. En aquel instante dejó de alimentar a los cerdos ante el pensamiento que se le cruzó por la cabeza. ¿Sería ella el fruto del amor entre su madre y el doctor? El corazón se le aceleró de emoción. Preferiría mil veces al doctor que al borracho que decía ser su padre.

Cuando el doctor Craig volviera, se lo preguntaría. Aquello podría cambiar la vida de Lorna para siempre. Tendría una familia, una que la quisiera de verdad, no solo para limpiar y cocinar. El doctor era tan bueno, amó tanto a su madre, seguro que la acogería bajo su techo. No tendría que soportar más a su padre y sus hermanos. Solo sentía lástima por el menor de todos, Donald, solo imitaba a sus hermanos mayores que seguían el ejemplo de su padre. Entendía que era por cuestión de supervivencia, no podía contradecirles, pero Lorna sabía que tenía buen corazón. Por desgracia, cada día sus otros hermanos minaban su corazón de maldad.

El doctor Craig no había vuelto, hacía dos semanas que no se dejaba ver por el pueblo. Los únicos visitantes a la remota población fueron media docena de guerreros. Vinieron bajo el pretexto de comprar whisky en la destilería para su señor, un pequeño terrateniente del sur. Sin embargo, poca gente se había tragado esa historia. Era verdad que el Whisky de aquella destilería había tomado cierta fama, pero no tanta como para que alguien de esa posición se interesase por la mercancía, pudiendo tener otras de mayor calidad.

Lorna los vio sobre sus caballos en la calle principal, acababa de hacer unos recados, los observó entre el gentío que se había reunido con expectación por la visita. Todos eran fuertes e imponían sobre su montura, nadie se atrevería a molestarlos.

Después de haber terminado de limpiar los abrevaderos, Lorna apartó el sudor de su frente con el mandil, era hora de entrar en casa y preparar la cena. Lo que no esperaba, era encontrarse con un desconocido en el salón. Ambos se miraron, por su vestimenta Lorna pudo reconocerlo cómo uno de los guerreros que habían llegado ese mismo día. Retrocedió varios pasos, con la intención de huir, mientras la mirada oscura del guerrero la escrutaba de pies a cabeza.

—Lorna—habló su hermano Ian, quien la seguía en edad.—Parece que hubieras visto un fantasma.—expresó entre risas. Llevaba dos jarras de ale.

—¿No se supone que deberías estar trabajando Ian? ¿Y quién es este hombre?—se centró de nuevo en aquellos ojos oscuros que no habían parado de observarla.

—Metete en tus asuntos Lorna—le espetó de malas formas.— no se darán cuenta de que falto, ni una palabra a padre si no quieres recibir unos azotes.—la amenazó con el dedo índice. Después le tendió una jarra al guerrero.—He venido a pasar el rato con mi buen amigo Maddock,— Lorna no creía en buenas amistades de un día. Maddock le dedicó una sonrisa lobuna.—es guerrero ¿Sabes? De modo que se buena y tráenos algo para comer.

—No hay nada, de hecho venía a preparar la cena.—objetó Lorna.

—Tráenos algo para acompañar la cerveza, luego nos reuniremos con los demás en la taberna.

Asintió y se dirigió a la cocina. Les ofreció queso y algo de chacina para que quedaran saciados. Después se retiró a la cocina para preparar la cena.

Criatura Salvaje | Saga Salvaje IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora