Capítulo 20

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Último capítulo del maratón y viene cargado de drama

May, como muchas otras, había salido corriendo apresuradamente hacia el patio. Cargaba a Maura a su espalda e Iona la seguía de cerca. Entre la alegría del reencuentro entre familiares, se topó con Beth y Seamus. Ya había bastantes heridos en el castillo, sin embargo, la pelirroja había dejado a cargo a sus pupilas para atenderles, necesitaba ver que su familia estaba bien.

Tras una espera que se hizo eterna y tortuosa para los presentes, un carro apareció por el arco de solida piedra trayendo consigo algo de calma. Kendrick estaba en el pescante del carro, del cual Shadow y otros tres caballos tiraban, a su lado se hallaba Malcolm. May soltó el aire de una sola bocanada al verlo con vida mientras Iona daba gracias al cielo. El padre de Beth, venía sobre su propio caballo, al igual que Cormac, lo que le proporcionó un gran alivio a la muchacha, se veían magullados pero estables. Dougal se adelantó hasta llegar a su hija.

—Beth hija, tu hermano está muy mal herido. —dijo con gran preocupación mientras el carro se acercaba hasta su posición. Todos contuvieron el aliento.

—¿Qué ha pasado? — cuestionó Beth adquiriendo la faceta de curandera manteniendo la mente fría. — ¿Es Alistair o Galahad? —prosiguió aunque esta vez tuvo que tragar saliva con dificultad, no estaba hecha de piedra.

No hizo falta contestación. Al ver la parte trasera del carro, Galahad lucía un vendaje rudimentario en la cabeza y otras partes del cuerpo, pero era Alistair el que estaba tirado e inconsciente, con una tez tan pálida que solo hacía atraer a la muerte.

—Está herido en la pierna,­—intervino Cormac. Le costaba hablar al ver el rostro compungido de Beth. — cuando lo encontré había perdido mucha sangre.

—¡Llevadlo al dispensario rápido! —demando ella casi en un grito.

Kendrick, Malcolm, Galahad y Cormac dejaron las felices reuniones para después, debían atender a Alistair. Por su parte, Dougal debía informar de inmediato al Laird sobre toda la campaña, ni si quiera cuando su hijo se debatía entre la vida o la muerte podía faltar a su deber.

Lorna se quedó petrificada al verlo tumbado sobre la improvisada camilla, llevado por porteadores que apenas parecían estar más vivarachos que él mismo. Su boca y sus piernas comenzaron a temblar, tenía que ser una pesadilla, no podía ser real.

—¡No! —exclamó en un grito desgarrador llamando la atención de todos. —¡No, Alistair! —bramó con un dolor insoportable antes de perder la visión y total control de su cuerpo.

Seamus fue el más rápido en reaccionar. Retuvo a Lorna en sus brazos evitando que cayera al suelo. Ahora intentaba reanimarla, llamándola por su nombre inútilmente. May se había temido lo peor, una caída así podría haber dañado al bebé. Por suerte, todo había quedado en un susto.

—Iona ve al dispensario y ayuda en todo lo que puedas, demuestra de lo que eres capaz— Alentó May a la muchacha. — Seamus, tenemos que llevar a Lorna a mi habitación allí podremos tratarla. — << Y evitaremos que se descubra su secreto>> añadió mentalmente.

Entre May y Seamus colocaron a Lorna sobre la amplia cama. Era cierto que el joven había adquirido un cuerpo fornido debido al duro trabajo de aquellos meses, pero aun así él solo no hubiera podido cargar a Lorna. Tampoco May habría podido, menos aun cargando a Maura.

El joven se veía extremadamente preocupado. La imagen de Alistair había sido impactante, nunca lo hubiera imaginado tan débil y vulnerable. No le extrañaba que Lorna hubiera reaccionado así, casi se desmaya el mismo también de la impresión, ahora tenía dos personas de las que preocuparse.

Criatura Salvaje | Saga Salvaje IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora