Capítulo 17

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La puerta se abrió abruptamente interrumpiendo la importante reunión. El Laird miró airado a quien se adentraba en la estancia. No era otro que Kendrick McGregor, seguido de un joven que formaba parte de los guerreros de Sneabroch.

—Siento la tardanza, —comenzó Kendrick. — pero hacer traer las provisiones que demandasteis desde Sneabroch no es tarea fácil. — se justificó. El Laird inclinó la cabeza evidenciando su leve aprobación.

—Estábamos analizando la situación, —informó Alistair. — le aconsejaba al Laird que una vez recuperemos Caladh, no otorgue las tierras a nadie. Confiábamos en la familia Crom y han decidido traicionarnos, nada menos que con el mayor de nuestros enemigos. No necesitamos más traiciones. En su lugar, propongo, nombrar a alguien de confianza para administrar la tierra sin otorgarle su posesión.

—Yo también opino que sería lo más conveniente. —se atrevió a decir Kendrick mientras se incorporaba a la mesa junto a Malcolm.

—La prioridad es planear cuanto antes la estrategia de ataque. —gruñó el Laird. —¡Antes de gestionar mis malditas tierras tengo que recuperarlas! —dio un golpe sobre la mesa dejando claro lo poco que le importaba lo que se estaba comentando. — ¡Malditos Campbell! ¡Quiero a su líder y a ese bastardo de Ramsay Crom muertos! Una gran parte de nuestro abastecimiento de alimentos lo proporcionan las tierras de Caladh. Y ahora los tienen ellos. No voy a consentir que mi pueblo muera de hambre este invierno mientras Lean Campbell se atiborra en sus bacanales.

Tras ese alegato por parte del Laird, todo quedó en silencio. Los guerreros se miraron los unos a los otros, siendo conscientes de que su destino estaba más que sellado. Nada en este mundo lograría para la determinación de su líder, aun menos la furia que la acompañaba. Posiblemente, se enfrentarían a la batalla más sangrienta de sus vidas. Porque así lo demandaban los fríos ojos de Graham McGregor.

Comenzaron a elaborar el plan mientras el ambiente se cargaba cada vez con más tensión que el minuto anterior.

Tras varias horas, los guerreros abandonaron el lugar taciturnos. En tres días emprenderían el camino a Caladh para recuperar las tierras del Laird. Sin embargo, nadie sabía cuántos de ellos volverían.

Era poco el tiempo que tenían para despedirse de sus familiares y seres queridos. Quizá para siempre. El corazón de Alistair se encogía a cada paso. Separarse de Lorna en tan rápido... los días siguientes podrían ser los últimos junto a ella.

—No sé cómo decírselo...—murmuró Kendrick a su lado. Todos iban en la misma dirección, al salón donde en aquellos momentos la mitad de la cena se habría servido.

— ¿A caso crees que May no es lo suficientemente inteligente para saber que íbamos a ir a la batalla tarde o temprano? — contestó Galahad irónico.

—De la única inteligencia de la que dudo es la tuya Gal. — contraatacó Kendrick. —Por supuesto que May lo sabe... pero nunca es fácil. Puede que cuando alguien te importe de ese modo lo comprendas. Además—bajó la mirada. — me gustaría ver crecer a Maura. —dijo con tristeza.

—Seguro que la verás, —lo animó Calem. — también a todos los pretendiente que querrán desposarla. —bromeó. — Beth cuidará bien de ellas en nuestra ausencia. — Alistair notó el deje melancólico del rubio al pronunciar el nombre de su hermana. Hacía casi un año que él y Beth se trataban con suma frialdad.

—Lorna también cuidará de ellas. —soltó Alistair.

—¿Quién? —cuestionaron Calem y Kendrick al unísono.

—Una mujer muy hermosa de Caladh, —contestó Galahad con una sonrisa para molestar a su hermano. — solo el brillo de sus ojos sobrepasa la belleza de su oscura melena. Alistair está encaprichado de ella.

Criatura Salvaje | Saga Salvaje IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora