Capítulo 8

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1875, Londres


— ¿No tienes curiosidad de ver cómo le va a Roger? 

Brian y John se encontraban tumbados en el césped, frente a un bonito lago rodeado de flores. 

— No me importa Roger, hicimos lo correcto, lo ayudamos y eso es todo.

Habían pasado dos semanas desde que el rubio fue a vivir con Freddie, y los dos castaños no habían aparecido ni una sola vez. 

— Pero Brian, a mí sí me caía bien... — Se incorporó. — Voy a ir a verlo, tú haz lo que quieras. — Se levantó dejando al rizado solo. 

Tras unos minutos, consiguió llegar a la casa del persa, y llamó a la puerta un par de veces. Un Freddie recién levantado abrió la puerta.

— John, querido... Hubieras avisado. — Intentó peinar su rebelde cabello.

— Hola Fred, ¿cómo está Roger?

— Oh, espera aquí. — Se metió en la casa, intercambiándose con Roger.

— John, me alegra verte. — Lo abrazó. Pues era verdad, le alegraba ver al pequeño castaño de nuevo. Al separarse del abrazo, observó hacia ambos lados y frunció el ceño al no encontrar a Brian. — ¿Y Brian?

— Eh... Verás... No ha querido venir. — Sonrió para quitarle peso al asunto, pero vio como el semblante de Roger cambiaba por completo. Parecía que soltara humo por las orejas.

— ¿Con que no ha querido venir, eh? ¡Bien, pues dile a Brian que me puede comer la...

— ¡Vale, vale! — El menor cerró los ojos fuertemente y se tapó los oídos, puesto que todavía le incomodaba ese tipo de lenguaje. — ¿Has conseguido algo?

El rubio suspiró pesadamente.

— No, es imposible. 

Lo cierto era que Roger se iba acostumbrando poco a poco a vivir en aquella época. Su vínculo con Freddie se hacía más fuerte y estaba empezando a agarrarle cariño. Cosa que temía, pues pensaba que después le costaría más volver. El persa se había convertido en su mejor amigo. Su primer amigo.

— Lo siento... Si necesitas ayuda, ya sabes donde vivo. — Taylor asintió. — Nos vemos, intentaré convencer a Brian para que venga.

— Esperaré ansioso su visita. — Comentó con una sonrisa maliciosa que atemorizó ligeramente a John.


[···]


Brian se había quedado solo, tumbado en aquel parque.

Cierto era que sentía algo de curiosidad por la vida del rubio, pero recordaba sus ataques, su lenguaje... A veces le caía bien, otras veces le caía mal.

No le apetecía volver a tener un ataque de ansiedad por culpa de ese rubio mimado, así que decidió abandonar a John y dejar que fuese él solo. 

Tan absorto en sus pensamientos estaba, que sin darse cuenta se quedó dormido en medio de aquel lugar.

— ¿Brian? — Una voz femenina lo despertó. Se incorporó y divisó a la novia de su amigo John. Una muchacha rubia de ojos azules, la cual le recordaba mucho a alguien en particular.

— Eva, hola. 

— ¿Estás bien? — La joven de quince años se agachó para quedar a su altura. 

· Only 100 years - MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora