Capítulo 18

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1875, Londres


Era oficial.

Roger Taylor sentía atracción por Brian May.

Le había estado dando vueltas estos últimos días, carcomiéndose la cabeza una y otra vez. Finalmente lo aceptó. Aceptó que, por primera vez en su vida, se sentía atraído por un hombre. ¿Sería Brian un capricho? En ese caso, todos sabemos que cuando Roger se pone caprichoso...

Siempre consigue lo que quiere.

Martes. El azabache y el blondo comían juntos en la mesa de madera situada en la cocina, Freddie había salido de la escuela hace dos horas, y nada más llegar se puso a preparar unos ricos macarrones con tomate y carne picada, pues cocinar no era el punto fuerte de Taylor. Ambos disfrutaban en silencio de la comida, saboreando cada atributo de esta.

— Brian ha preguntado por ti. — El persa interrumpió ese mutismo inconsciente que se había creado segundos atrás. — Quiere verte. — Alzó ambas cejas y sonrió pícaro.

Roger bebía de su agua en aquel momento, y al escuchar las palabras de su amigo no pudo evitar atragantarse con el líquido. 

— ¿Te ha dicho el por qué? — Cuestionó entre tosidos. Mercury negó con la cabeza.

— No, pero dice que vayas a su casa sobre las cinco.

El rubio estuvo toda la tarde con un dolor en el pecho, un dolor que indicaba ansiedad, ansiedad porque ya era completamente consciente de los sentimientos que lo aferraban al rizado, ansiedad porque no sabía lo que Brian quería.

¿Por qué es tan misterioso?

Una camisa blanca y unos pantalones de la época del mismo color llamaron su atención; eso era lo que portaría hoy.

Abandonó su hogar teniendo que soportar el pesado viento que hacía ese día. Sus cabellos se despeinaron más de lo planeado, por lo que estuvo constantemente peinándolo con sus propios dedos, cosa que resultó en vano hasta llegar a su destino.

Segundos después de haber llamado a la puerta, esta se abrió dejando ver al chico de cabellos rizados. Un traje negro perfectamente ajustado a su cuerpo lo estilizaba y resaltaba sus atributos. Nada más toparse con Taylor, agradeció internamente al persa por haber difundido el mensaje. Seguidamente, miró al rubio de arriba abajo. Le causó gracia el detalle de que iban vestidos con colores opuestos, y su despeinada cabellera dorada.

El mayor lo invitó a pasar, haciendo que ambos se sentaran en las sillas de la cocina. Roger pudo notar que aparte de ellos dos, nadie más se encontraba en la casa, por lo que se sintió algo más aliviado. 

— ¿Y bien? — El ojizarco colocó ambos codos sobre la mesa y entrelazó sus propios dedos. — ¿Qué es lo que pasa? — Intentó parecer desinteresado, intentando que no se notara el hecho de que había estado toda la tarde pensando en el por qué de la "llamada".

El castaño aclaró la garganta y ordenó las palabras antes de dejarlas escapar.

— ¿Te acuerdas de Eva? — Roger asintió con el entrecejo arrugado. — Creo que sois familia. — El rubio separó sus labios a punto de comentar algo en contra, pues puede que la muchacha fuese amable, pero tenía ciertos sentimientos en contra hacia ella por "robar" al amado de su mejor amigo. Sin embargo, el rizado lo interrumpió. — Piénsalo bien, Roger. Ambos vivís en Londres, os apellidáis Taylor y sois tremendamente parecidos.

Todas las pistas cuadraban, pero al futurista no le apasionaba la idea.

— Coincidencias.— Hizo un ademán restándole importancia y se dejó caer sobre el respaldo de la silla. — ¿Me has llamado para esta puta tontería? — Se levantó de su asiento. El mayor dejó escapar un pesado suspiro y se pellizcó el puente de la nariz, la última frase que el rubio había dicho le trajo recuerdos del antiguo Roger Taylor.

· Only 100 years - MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora