Capítulo 26

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— Roggie... Te hemos echado mucho de menos. — Winifred abrazó a su hijo.

— Mi campeón... — Michael se unió a ellos.

Roger estaba enfadado, no quería estar de vuelta en casa. Quería quedarse con Brian toda la eternidad y ahora todo se había ido al garete.

— ¿Y Brian? — Cuestionó entre sollozos. — ¿¡Dónde está Brian!? — Apartó a sus padres de un empujón.

Los adultos comenzaron a reírse de él, lo señalaban con el dedo mientras lloraban de la risa. El rubio se tapó los oídos intentando mantener la calma.

— ¡Basta, no me hace gracia!

Pero entonces, escuchó aquella voz.

— Tranquilo, mi amor, estoy aquí. — Era él. Comenzó a buscar en todas direcciones, pero no encontraba aquella rizada melena.

— ¿Dónde? ¿¡Dónde estás!? — Insistió.

— Roger, estoy aquí.


1875, Londres


Despertó encontrándose a Brian acariciándole el cabello.

Por suerte todo había sido un sueño, no había vuelto a casa ni sus padres se reían de él.

Brian estaba a su lado y fue tal la emoción que sintió el rubio al verlo, que se lanzó a sus brazos y depositó un sincero beso en sus labios.

— Brimi...

— Oh, mi Roggie... Menos mal que estás bien. — Reconfortaba el mayor. — ¡Chicos, ha despertado! — Avisó a Freddie y John, los cuales aparecieron en un santiamén. 

— ¡Cariño, pensaba que habías muerto! — El persa lo abrazó.

— Me alegra que estés bien, Rog. — Deacon también le regaló un abrazo.

— Gracias, chicos, pero ¿me podéis decir qué ha pasado? No me acuerdo de nada. — Se tocó la cabeza y notó la herida. 

— Pues eso mismo nos preguntamos nosotros, pero el especialito de Bri no lo quería contar. — Se quejó Mercury cruzándose de brazos y alzando una ceja.

— Era un momento de vida o muerte. — Se excusó el rizado. Los tres rieron. — Básicamente y muy resumido... Casi nos matan a piedrazos por ser homosexuales.

Entonces Roger lo recordó todo. Aquel asqueroso hombre del carruaje con esos hermosos caballos, aquel bullicio de gente que los rodeaban. El momento en el que los perseguían piedra en mano y el momento en el que quedó inconsciente.

Era horrible.

— ¿Q-qué? — Murmuró John algo asustado. 

Freddie estaba de piedra.

Si ya tenía miedo de por sí, ahora todavía más. Se sintió tonto por no haberse dado cuenta, pero uno siempre piensa: "bueno, con un poco de suerte no me va a pasar a mí". Sin embargo, le pasó a sus amigos más cercanos y eso le congelaba la sangre. En cualquier momento podría sucederle a él.

— A ver. — Habló el pelinegro. — No vamos a dejar que esta gente nos oprima, ¿sí? Hoy ha pasado algo horrible, pero no vamos a fingir ser algo que no somos. Somos cuatro reinas maricas y si eso no le gusta al mundo, que se jodan. Así que dejaos de lloriqueos y alzad la cabeza, ¡porque somos unos maricas, unos maricas orgullosos! 

· Only 100 years - MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora