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El estridente tono de llamada proveniente de mi móvil me despierta de sopetón

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El estridente tono de llamada proveniente de mi móvil me despierta de sopetón. Parpadeo varias veces tratando de enfocar mis alrededores hasta que por fin distingo los contornos de los muebles de mi habitación. La cabeza me da vueltas y el ruido de mi teléfono solo aumenta las ganas de tirarme por el balcón de mi habitación. Lo único por lo que puedo dar gracias es por el hecho de que esta mañana no tengo resaca, pero eso no quita el agotamiento que siento tras la fiesta de ayer.

—¿Sí? —respondo con un gruñido mientras me incorporo en la cama.

—¿Te acabas de despertar, cariño?

Contengo las ganas de colgar el teléfono en cuanto la voz de mi madre se escucha al otro lado de la línea, pero no lo hago. Una parte de mí, aunque sea muy pequeñita, todavía siente curiosidad por saber qué demonios quiere de mí esta mujer cada vez que decide llamarme.

—Sí, ¿algún problema?

—¡No, no, para nada! —aclara ella con un claro tinte de miedo en la voz—. Quería ver qué tal estabas. Ayer fue la fiesta de Halloween, ¿verdad? ¿Te lo pasaste bien?

—Vamos a ver, María, ¿qué parte de "no quiero saber nada de ti" no has entendido? Si fuera por mí, ni siquiera aceptaría tu estúpido dinero, pero no sé cómo coño consigues que llegue a mí siempre de una forma u otra.

La otra parte de la línea se queda en silencio y casi me siento mal tras haber pronunciado las palabras que acaban de salir de mi boca. Ese sentimiento no tarda en diluirse cuando recuerdo lo que me hizo, siendo pronto sustituido por una rabia profunda que lleva ardiendo en mi interior desde hace años.

—Alexa, cariño, te he pedido perdón mil veces por lo que hice. Sé que estuvo mal y no hay día que pase sin que lamente haber actuado como actué. ¿Por qué no puedes darme una oportunidad?

—¿Darte una oportunidad? ¿Y descubrir que tengo un hermano secreto? ¿O que soy adoptada? ¿Cuántas mentiras más tienes preparadas para contarme?

De nuevo, la línea se queda en silencio, algo a lo que ya estoy acostumbrada cada vez que hablo con María. No sé para qué me llama si se va a quedar callada cada dos segundos porque sabe perfectamente que tengo razón.

—Cuando te prometí que de ahora en adelante sería completamente sincera contigo no te mentía, cielo. No sé qué más hacer para que me perdones, cualquier cosa que me pidas, ¡te lo juro!

—¡No quiero perdonarte, María! —grito al teléfono mientras camino hacia la terraza, harta de esta conversación que parece repetirse cada mes, como un mal sueño—. ¡Quiero vivir mi vida tranquila, procurando que tú formes parte de ella lo mínimo posible, así que métete esto en la cabeza: no te voy a perdonar jamás por lo que me has hecho!

Antes de poder escuchar nada más, cuelgo el teléfono y lo dejo caer sobre la mesa que tengo en la terraza, deseando tirarlo por encima del muro que me separa de la ciudad. Quiero chillar, quiero pegar a alguien, quiero llorar, pero especialmente quiero dejar de sentirme como si yo fuera la mala de la película. Me costó mucho tiempo asumir lo que me hizo mi madre, me destrozó mentalmente y dudo que algún día pueda recuperarme del todo. Me da igual si alguien piensa que trato a María de manera injusta porque yo actúo de acuerdo con todos los sentimientos que ella me ha provocado. No soy yo la que debería sentirse mal en esta situación ni mucho menos.

Serendipia {Trilogía Inefable #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora