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Si alguien me hubiese preguntado qué es para mí el Cielo, esto es exactamente lo que hubiera descrito

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Si alguien me hubiese preguntado qué es para mí el Cielo, esto es exactamente lo que hubiera descrito. Llevo seis días en Ibiza con Ace, viviendo en una de las villas más grandes y lujosas de toda la isla a pie de playa. Estamos completamente solos, libres de hacer lo que nos da la real gana. Desde que pusimos un pie en la villa, no me he puesto ni una prenda de ropa exceptuando las veces que hemos ido a la playa o a cenar fuera. Llevamos seis días bebiendo mojitos, nadando en aguas cristalinas y follando como si no hubiera un mañana. Nada de redes sociales, nada de coger llamadas o responder mensajes y, por supuesto, nada de Hayden. Solo Ibiza, él y yo.

Este último día, sin embargo, he cogido el ordenador a regañadientes, obligada por mi queridísimo novio. Tras una discusión estúpida de dos horas, Ace ha logrado convencerme de que termine mi solicitud para hacer las prácticas. Me ha insistido para que superase mis miedos, que él ha catalogado como infundados, y lo hiciera de una vez. A pesar de que he puesto mil y una excusas, de que me he quejado e incluso he intentado distraerle con sexo, no he logrado que se bajara del burro. Así que aquí estoy, tumbada en sus brazos frente a la piscina infinita del enorme jardín de la villa con el ordenador en el regazo, refunfuñando por lo bajo.

—Venga, conejita. No te pega ser una cobardica y ambos sabemos que no lo eres, así que empieza a teclear.

—¡Es que no sé qué poner aquí!

Mi quejido infantil le hace reír y acercarse para ver mi pantalla, leyendo el apartado al que estoy apuntando con el dedo. Todos mis datos están puestos ya, por lo que eso es lo único que falta para completar la solicitud.

—Pone que hagas una breve redacción de tus virtudes y defectos. ¿Cuál es el problema?

—Bueno, es que no estoy muy segura de ser la jueza adecuada para esto. Soy parcial, tanto para enumerar mis virtudes como mis defectos.

—Por eso mismo te piden que lo hagas tú, para ver qué tienes que decir acerca de ti misma —responde él, acariciando mi brazo distraídamente—. Si necesitas ayuda para dar los primeros pasos, puedo decirte cómo te veo yo y pensar en qué estás de acuerdo y en qué no.

—Está bien, pero no seas exagerado que te conozco. No soy un ángel o la reencarnación de Jesucristo en la Tierra, así que no me describas como si yo fuera lo mejor que has visto nunca.

—Es que eres lo mejor que he visto nunca, pero bueno, intentaré no hacer eso que dices aunque me sea imposible —refunfuña antes de mirar hacia arriba, pensativo. —Lo primero que me llamó la atención de ti fue tu fuego. Lo vi en tus ojos antes de que abrieras la boca para demostrármelo, tan fuerte e impulsiva. Dejabas claro sin palabras que nadie era capaz de pisarte, y eso me encantó al segundo.

Sus palabras me hacen sonrojarme mientras una amplia sonrisa se extiende por mi rostro. Varias veces me ha repetido lo mucho que le gusta mi actitud y me resulta adorable la forma que tiene de exponerlo. Dudo que algún día me canse de escucharlo.

Serendipia {Trilogía Inefable #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora