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Al despertar, una sensación maravillosa se apodera de mi cuerpo

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Al despertar, una sensación maravillosa se apodera de mi cuerpo. A pesar de que apenas habré dormido unas cinco horas, no tengo sueño en absoluto y casi siento que podría correr una maratón si me lo propusiera.

Casi de inmediato, los recuerdos de anoche se agolpan en mi cabeza y siento como la sangre sube a mis mejillas. Mis labios se curvan en una sonrisa pícara al rememorar el delicioso tacto de Ace sobre mi piel, el sonido suave de sus gemidos, la maestría de su lengua por todo mi cuerpo... Ni siquiera soy consciente de que una risita brota de mi interior, como si fuera una colegiala adolescente viendo pasar al chico que le gusta.

—¿De qué te ríes, conejita?

La pregunta viene acompañada por besos en mi cuello, la cereza sobre el delicioso pastel que es despertarse con las vistas de su cuerpo majestuoso tumbado junto a mí. Noto su sonrisa contra mi piel y pronto, una grave risa contra mi piel entre beso y beso. Daría todo mi dinero por despertarme así todas las mañanas.

—Nada, solo recordaba todo lo que hicimos anoche —explico volviendo a reír de esa manera—. De hecho, no creo que jamás pueda olvidar la noche de anoche.

—¿Tan mal lo hice?

—Pues fíjate, sí. Parecías un abuelo de ochenta años: lento, aburrido, asqueroso...

Ace se separa de mi cuello y me mira con una ceja arqueada, sonriendo escépticamente. Tiene los rizos oscuros revueltos y el cuello decorado con chupetones que le hice anoche, dándole el aspecto más sexy que ha tenido nunca.

—¿Un abuelo? Pues mira, te voy a demostrar lo que este abuelo es capaz de hacer...

Antes de que pueda responder a su particular reto, la cabeza de Ace ya está desapareciendo entre mis muslos, haciéndome sentir una vez más como si estuviera en las nubes.

—¡Queda oficialmente inaugurado el día de cita! —anuncia Ace con tono de presentador de televisión.

Sus palabras van acompañadas por un chorro de sirope de chocolate que deja caer sobre las tortitas que acaba de prepararme. Esta última media hora he tenido la fortuna de ver como un recién despertado Ace Hale cocinaba el desayuno para mí en calzoncillos. He estado tentada de pedirle que me cocinase mil cosas solo para poder seguir viendo ese cuerpo espectacular moverse por la cocina mientras le observo sentada en la isla de la cocina. No sé si será por todo lo que pasó anoche pero ahora le veo mucho más guapo, si es que eso es posible.

—¿El día de cita? Vaya, pensé que solo saldríamos por la noche. ¿Seguro que has tenido tiempo de prepararlo todo?

—No te preocupes por nada, conejita. Déjalo todo en mis manos.

A pesar de que le he insistido unas veintisiete veces que no tenía por qué organizar todo él, no he conseguido sacarle de la cabeza su plan inicial. No solo lo ha planeado todo él solito, sino que además, será una sorpresa. No tengo ni la menor idea de dónde me va a llevar, ni qué vamos a hacer. Solo me ha hecho preguntas genéricas, como mis posibles alergias, miedos o comidas que me agradan y desagradan. Ni siquiera puedo imaginar qué demonios tiene planeado para mí el día de hoy.

Serendipia {Trilogía Inefable #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora