Serendipia {Trilogía Inefable #1}

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Ver extenderse un cotilleo es como ver un hilo de pólvora incendiarse rápidamente, aproximándose hacia el explosivo inexorablemente. Ya sabes lo que va a ocurrir, sabes que todo va a volar por los aires, pero aun así disfrutas de cada segundo desde que prendiste la llama hasta que todo explota delante de ti.

Y cuánto más jugoso es el cotilleo, más potente es la explosión.

Aquí estamos Ace y yo, rodeados por nuestros amigos, mientras observamos como un murmullo suave empieza a extenderse por el amplio salón, ahogado por la música que sale de los altavoces. Poco a poco, más pantallas van encendiéndose cuando la gente saca sus móviles para enterarse de lo que está pasando. El murmullo suave pronto se convierte en una conversación homogénea, dando lugar a ciertas palabras que resuenan sobre la música como si de una única voz se tratase.

"Violador. Hijo de puta. Asco".

Siento cómo una sonrisa se extiende por mi rostro poco a poco, a medida que el hilillo de pólvora va quemándose, aproximándose hacia los explosivos sin prisa pero sin pausa. Apenas quedan unos segundos, la bomba está a punto de estallar...

Y ahí, por fin, lo noto. Un cambio en la atmósfera, en las expresiones, en la vibra que desprende toda la fiesta. La música ha pasado de ser el elemento principal a apenas escucharse, relegada a un segundo plano por la conversación que ya domina la sala. Todos hablan, todos leen y, por supuesto, todos comentan. Es la primera vez que todo Hayden se une en una misma opinión: un rechazo común y ferviente hacia Travis Huxley.

—Bueno, Joker, mira cómo has logrado ver el mundo arder —comenta Ace a mi lado con la misma sonrisa que muestra mi rostro reflejada en el suyo—. Métete en el perfil de Instagram de Travis, ya verás qué maravilla.

No tardo ni medio segundo en mirar la pantalla de mi móvil, yendo inmediatamente al perfil de ese idiota. Lo primero que noto es la velocidad con la que está perdiendo seguidores, cosa lógica teniendo en cuenta lo sucedido. Los alumnos de Hayden somos relativamente famosos en Estados Unidos, por lo que gran parte de nosotros aprovechamos nuestros números en las redes sociales para ser influencers. No es mi caso, por supuesto, pero sí el de Travis.

Hasta ahora.

Lo primero que hago tras comprobar cómo bajan sus seguidores es meterme en su última publicación, rezando por que no haya limitado los comentarios todavía. La suerte parece sonreírme hoy porque no solo no los ha borrado, sino que la cantidad crece por segundo. Veo insultos, deseos de muerte, una amplia gama de emoticonos representando asco u odio... No me gusta desearle la muerte a nadie, pero mentiría si dijera que no lo lamentaría si le sucediera algo en algún momento.

—¡Mirad, ha subido unas historias! —aviso a mis amigos.

Nuestro grupo no tarda en agolparse en torno a mí, ocho pares de ojos fijos en la pantalla. Pulso el botón de grabación de pantalla, sonrío a todos mis amigos una última vez y le doy al play para ver sus historias.