⇜Capítulo 1⇝

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INICIO DEL LIBRO II

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Golpeó con desesperación la puerta de aquella casa que conocía bastante bien. Su respiración estaba agitada e irregular a causa de los sollozos que revoloteaban en su garganta.

—¡Louis! —gritó con la voz entrecortada y el corazón acelerado. Harry no quería llorar, no quería escapar otra vez, pero lo hizo. Tuvo que hacerlo.

Golpeó más fuerte, a pesar de que habían transcurrido solo unos segundos desde que lo hizo. Sus manos temblaban y debió estrujarlas para intentar calmar el temblor en ellas, aunque no lo consiguió.

Desde el interior de la casa, se escuchaban los firmes pasos de alguien que bajaba apresuradamente las escaleras. Mientras prestaba atención a aquello, Harry secó sus mejillas que estaban bañadas con amargas lágrimas y, en el momento que sintió sus rodillas flaquear, supo que el dueño de tanta prisa era su alfa; el aroma amargo que desprendía llegaba hasta su nariz, mucho antes de que este abriera la puerta con brusquedad.

—¡Bebé! —exclamó Louis con angustia, abriendo sus brazos para recibir a Harry, quien enérgicamente pegó su pecho al de él y hundió el rostro en su cuello, soltando todo el llanto que le fue imposible seguir reteniendo—. ¿Otra vez, amor? —preguntó sospechando el motivo por el que su omega recurría a él a esa hora de la madrugada. El menor asintió y Louis percibió como este inhalaba profundo su aroma a canela que segregaba para calmarlo—. ¿Te hicieron algo? ¿Te tocaron?

El menor negó con su cabeza varias veces antes de descubrir su rostro.

—Greco —admitió con tristeza—. Pero no llegó a lastimarme, escapé antes de que pudiera alcanzarme. —Secó sus lágrimas y sus tristes ojos verdes se posaron en los de su alfa quien lo observaba lleno de rabia y dolor—. No aguanto más esto... No sé cómo haré para soportar todos estos meses sin ti, amor.

Louis lo observó durante unos segundos y tomó la nuca del omega acercándolo a su cuello otra vez. Acarició su cabello y hundió su nariz en sus desordenados rizos, respirando su intenso aroma a coco.

—Bebé... No estoy seguro. No creo que sea lo mejor irme y dejarte aquí.

Harry lo miró enseguida cayendo en la cuenta de que no debería haber dicho aquello. Recompuso sus facciones y tomó del mentón a Louis obligándolo a fijar sus ojos en él.

—Amor... Dije eso porque estoy bajo presión en estos momentos, pero no me hagas caso  —pidió con un nudo en la garganta—. Has soñado toda la vida con este momento y no podemos echarlo a perder.

El omega tenía tan solo dieciséis años y sus ojos ya habían visto demasiada crueldad; atrocidades que nadie debería de presenciar a su corta edad. Los padres de Harry comercializaban drogas alucinógenas, además de pertenecer a una importante red de trata de omegas. Semanalmente por su casa desfilaban decenas de alfas para contratar los servicios de las omegas que obligaban a vivir allí, manteniéndolas drogadas la mayor parte del día.

—Pero, no quiero dejarte solo con esos animales —admitió Louis con una mezcla de pena y rabia—. No quiero ni pensar lo que podrían hacerte.

Todo era manejado por Greco, el padre de Harry. Un alfa pura sangre y un hombre ambicioso sin escrúpulos ni corazón. Había logrado embarazar tres veces a  su pareja alfa, la misma amaba más el dinero que los hijos que había dado a luz. Solo uno de ellos había nacido alfa, mientras que los otros dos eran omegas, un hombre y una mujer.

Harry se sentía agradecido, en cierta forma, de haber nacido un omega hombre, ya que esa había sido la única razón por la que sus padres no lo obligaban a prostituirse. Sin embargo, lo usaban como mula para la entrega de drogas; afortunadamente se había salvado unas cuantas veces de no terminar acuchillado en una zanja. Pero su hermana Donatella, no había tenido la misma suerte, ella había nacido omega y mujer. Tenía dieciocho años y desde temprana edad la habían obligado a satisfacer los deseos de los alfas que allí frecuentaban. Al igual que a las demás, la mantenían drogada la mayor parte del día, aunque a diferencia del resto, gozaba de algunos derechos, solo por ser la hija del jefe. 

El Camino a casa [II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora