Valery Prescot, una chica gótica que trata de rehacer su vida cuando descubre la auténtica naturaleza de su exnovio. Y con eso en mente se muda junto a su familia a Los Angeles, California donde a su padre le ha salido una muy buena oferta de trabaj...
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(Valery Prescott, en multimedia)
★★★★★★★★★★★★★★★
Pov Valery:
{California, año 2013}
Miro los edificios pasar a medida que avanzamos hacia nuestro nuevo hogar, mi padre está cantando canciones con mi hermana pequeña, Nicky. Pero a mí no me interesa mucho incluirme, ahora mismo estoy más concentrada en mis recuerdos.
Mis horribles recuerdos...
—Ya veréis. La casa es una pasada, os va a encantar —Decía papá (o como suelo llamarle yo de forma cariñosa: el rompe huesos) mientras nos observaba con una gran sonrisa a través del espejo retrovisor.
—Seguro que sí, papi. Por cierto, ¿cuándo vuelve mamá? —Preguntó Nicky, mientras jugaba con su peluche y mejor amigo: Bill el murciélago.
—Pronto, cariño. Ya sabes que mamá es una mujer muy ocupada y sin ella, el desfile de moda jamás se podría llevar a cabo. ¡Es la gran estrella de ese desfile! —Le consoló mi padre con un tono algo triste.
Él también la echaba de menos, ambos se habían conocido en el instituto, por lo que sé mamá era una modelo adolescente que estaba en el momento más importante de su carrera y aunque para algunas chicas de su edad eso era un sueño... Para mi madre era una tortura, sí, le encantaba viajar por todo el mundo y vestir ropa exclusiva pero al final del día siempre echaba en falta una vida adolescente común y corriente.
Por esa razón cuando su manager vino de visita a nuestra antigua casa y me ofreció un contrato para seguir los pasos de mi madre, ella se negó rotundamente. Ella no pudo tener una auténtica infancia y estaba totalmente decidida a que mi hermana y yo sí que la tuviésemos.
Y eso implica los bailes de fin de curso, nuestro primer beso con el chico que nos gusta, ir a alguna fiesta en casa de algún colgado que solo quiere ser el más guay del instituto, etcétera, etcétera, etcétera.
—Valery, no has dicho nada. ¿Te emociona la mudanza? —Me peguntó mi padre, golpeando su hombro suavemente contra el mío.
Yo giré mi rostro hacia él y le miré con las cejas enarcadas.
—Sabes perfectamente que no, como también sabes el motivo por el que me siento así —Le respondí rodando los ojos al mismo tiempo que resoplaba.
— ¡Oh vamos, harás nuevos amigos en tu nuevo instituto! Además podrás seguir viendo a tu terapeuta por Skype, aunque como ella misma dijo, también puedes acudir a su compañero. Eso del que tan bien nos ha hablado —Me dijo papá con entusiasmo y gesticulando con una mano.
