21/abril/2015

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Me he levantado a las 7 de la mañana, como cualquier día, me he tomado mis cereales, mientras Miau me observaba desde la silla de la cocina con cara de sueño y se lamía una pata. Me he vestido, un jersey y unos simples pantalones, luego mis Vans negras que tan destrozadas están, cuando miré el reloj eran las ocho ya, salgo de casa corriendo, cojo el autobús y empieza mi aventura aquí. En el autobús veo como las gotas de lluvia grises se deslizan por el cristal, corriendo para caer al fondo de algún charco lleno de aceite de coches y todo eso...

Cuando llego al instituto, con el pelo empapado, lo primero que me encuentro es que ya me esperan esas miraditas de asco desde la gran puerta, para pasarla y oír sus estúpidas risas. Primera prueba superada : conseguir pasar al lado de mis queridas amigas "las rubias teñidas" y su ego de popularidad. Segunda prueba conseguir atravesar todo el pasillo sin caerme con ese suelo lleno de agua y lleno de gente, cuando al fin supero esa prueba me queda la última y más difícil, por cierto, me caí al ver en una esquina del largo pasillo de clases, a Fernando besando a Alicia como si fuera la única en el mundo. Cuando me caí, se escuchó en todo el instituto y la mirada cínica de Alicia y su risita de superioridad me atravesaron el alma.

Por fin llego a clase, sana y salva, suena el timbre me siento al final, para no llamar la atención, y así tengo al lado a Marina, mi mejor amiga, pero por desgracia tengo delante a Fernando. Llega Javier, matemático de nacimiento, y para mejorar mi estupendísimo día, ¡Examen sorpresa! Y por suerte y degracia Fernando se gira para copiarme. Me quedé perdida en sus ojos verdes agrisados y en su pelo castaño claro, casi rubio, y cuando le quiero contestar se oye en toda la clase a mi amigo Javier:

- ¡¿Acaso estáis copiando!? - soltó de golpe sacándome de mi sueño de mirarle a los ojos. No sabía qué decir, me quedé sin palabras:

- ¿Qué... qué dice..?- pregunté inocente. Sin dar respuesta a mi pregunta, Javier nos invitó groseramente a abandonar la clase e ir al aula de castigo del colegio. Estaba atónita, supongo que dentro de lo malo, estaba con Fernando y eso lo arreglaba todo.

Le miré de reojo mientras nos encaminábamos hacia el aula de castigo y observé sus típicos andares de chico guapo, que sabe que lo es. Cuando llegamos a la sala de castigo, ahí esteba Esperanza esperándonos a los dos, nos hizo sentarnos separados y yo saqué mi libro de Cazadores de Sombras, para poder abstraerme de todas aquellas emociones y poder escapar. Cuando Esperanza se fue a por su calculadora, me giré y vi que se sentó al lado mío, y para mi sorpresa me dirigió la palabra :

- ¿Estás bien ?- era una pregunta simple, pero lo compliqué porque volví a perderme en sus ojazos y me limité a sonreir como una boba.

- ¿Qué si estás bien?- volvió a insistir.- cuando te caíste esta mañana, ¿estás bien?

- Sí- dije nerviosa- sí, por suerte caí bien

Y ahí estaba, otra vez Esperanza estropeando mi estupendísima conversación.

Tocó el timbre de las 15:00 para irnos ya a casa y cuando estaba dispuesta a irme a casa atravesando todos los obstáculos, se acercó Fernando y se despidió.

Cuando llegué a casa sólo pensé en él hice mis deberes y cuando ya llegó la 1 de la madrugada, dejé mi libro y me fui a dormir acabando así mi día.

Diario de una luchadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora