09/Mayo/2015

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Me desperté por la mañana, a las 10:30 porque era sábado. Mi madre estaba por casa y me hizo tortitas con Nutella. Desayuné y ella, mi madre, se fue a dar una vuelta con unas amigas. Por lo que yo, me decidí a vestirme para salir a darme una vuelta y despejarme de todo lo que había pasado en la semana, que ya está bien. Me puse mis pantalones negros con una camiseta de rayas grises y azules, con un corazón en medio lleno de mariposas de colores y unas botas negras. Como hacía mucho calor no me puse chaqueta ni nada solo cogí mi bolso y mi móvil y me marché.

Aquel día caluroso de mayo iba a ser extraño como todo lo demás pero yo no lo sabía. Mientras caminaba por la calle se me ocurrió hacer una visita a Simon, pero, vi entrando gente que no conocía en su casa y decidí no arriesgarme. Así que decidí mandarle un Whatsapp:

"Simon, estoy abajo, ¿te apetece bajar un rato y tomar un batido?"

Pasó el rato y no obtuve respuesta, por lo que me fui sola a tomar un batido de chocolate, obviamente, y con nata por encima y topping de chocolate de colores, le hice una foto con el móvil, se la pasé a Simon y le dije:

"Mira lo que te estás perdiendo jaja, me has abandonado asqueroso, esta me la apunto XD"

Me tomé el delicioso batido con toda la calma del mundo, esperando a que quizás Simon viniera a acompañarme. De momento recibí un Whatsapp, lo abrí con toda la ilusión del mundo pensando que era de Simon, pero era de mi madre:

"Hija, ¿te vienes a comer conmigo y con mi amiga, Miriam, la que viene a veces a comer a casa con Isabel, su hija, al Foster?" 

"Sí, voy ahora, antes paso por casa para cambiarme"

escribiendo... escribiendo.... escribiendo... (así 10 minutos)

"Te espero aquí"

Me fui a casa después de pagar el batido, antes decidí volver a visitar a Simon, pero cuando estaba en su puerta, otra familia entraba. Me quedé extrañada y seguí el camino hacia el Foster, ya me había cambiado, con una camisa rosa y unos pantalones cortos negros, me estaba achicharrando en esta ciudad, con 33º, o eso ponía en la parada.

Me encontré a mi madre y a su amiga Miriam en el restaurante. Comimos un filete de ternera con patatas, con una Coca-Cola y un helado de chocolate, hoy estaba golosa. Cuando acabamos de comer mi madre fue a visitar a la abuela y como la siguiente semana tenía exámenes, me fui a casa a estudiar.

Fui por un camino diferente, lleno de tiendas para entretenerme cuando iba a mi casa. Pasé por un Stradivarius, tenía que volver para comprar una falda que me encantó, y cuando pasé al lado de una agencia inmoviliaria, me llamó la atención que había una casa igual que la de Simon. Me fijé, me leí lo que ponía una vez y otra así como veinte veces intentando confirmar algo que no me podía creer. Le hice una foto con el móvil, porque así se vería obligado a contestar sin poner ninguna excusa:

"Tenemos que hablar..." Archivo adjuntado.

Diario de una luchadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora