Un mes después...

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Era viernes, un viernes caluroso, pero sin Simon, aún le echaba de menos, a pesar de que hablábamos todos los días por WhatsApp y por Skype, me dijo que en agosto vendría, así que quedaban tres meses para verle.

Desayuné con más ganas un bollito de crema y un vaso de leche. Me vestí con una camisa blanca de encaje y unos vaqueros negros, os aseguro que recordaré ese conjunto por los restos, y aquel día..., y salí de casa para coger el bus. Llegué al colegio y aunque todo parecía normal, sentía que sería diferente.

Cuando entré en clase, vi a Marina cómo me miraba desde su asiento con su habitual cara de asco hacia mí, y noté como la otra mitad de la clase me ignoraba. Me senté en mi sitio en la tercera fila, y me tumbé en la mesa. Me decidí a cerrar los ojos y a imaginar que no estaba allí, que todo aquello seguía siendo una pesadilla. De repente, noté una mano acariciarme el hombro para que "despertara". Sin levantar la mirada sabía que era Fernando, tantos años memorizando su fragancia a suavizante y a sol, lo habría reconocido entre millones. Abrí los ojos y le vi mirándome con sus ojos verdes desde las alturas.

- ¿Qué quieres? - le dije con sueño.

- Necesito que quedemos en la estación a las 20:00h.

- ¿Por?

- Por algo será...- justo sonó el timbre cuando Fernando terminaba la frase y dejaba salir su preciosa sonrisa que me desarmó tan por completo, que asentí a modo de respuesta a su proposición.

Estuve pensando todo el día en qué quería Fernando, le pregunté unas veinte veces más, pero no respondía, me tocaba esperar hasta las 20.

A las 15:00 fui a casa y comí, estaba mi madre en casa, así que hablamos sobre las notas que me las dieron hoy, mientras que yo miraba el reloj cada cinco minutos.

Pasaron las 18, las 19 y cuando ya eran las 19:30 salí de casa, nerviosa pero ilusionada, me subí a un autobús hasta llegar a la estación, ahí estaba Fernando, dándole todo el sol en los ojos, me bajé del autobús y le saludé, me invitó a tomar un batido en una terraza del Starbucks, me entró el hambre y me compró una galleta, pagó y nos fuimos a ver mi supuesta sorpresa. Se alejó de mi mientras hablaba por teléfono, me hizo un gesto para que le siguiera. Me tapó los ojos, ¿se habrá acordado de mi cumple del año pasado?, estaba de los nervios, le oí susurrar algo. Una mano fría, helada, como un vampiro, ¿pero estoy soñando o me han drogado? Cuando ya vi la luz, no he muerto eh, le vi, esos ojos azules, esas gafas, ese corte de pelo. Me quedé en shock, pero super shock, no sabía si llorar, le abracé, me devolvió el abrazo y tuve la intención de besarle, echaba de menos sus besos, pero cuando fui a hacerlo, me apartó y me dijo:

-Lo siento, no puedo...-me señaló atrás.

Una chica rubia, con un culo como una panadera, y unas tetas que le llegaban a la nariz, una nariz de bruja y unos ojos de loca, color mierda, me armé de valor, grité y la metí un puñetazo, Fernando me cogió al instante y le dijo a Simon:

-¡CABRONAZO DE MIERDA, PUTO! ¡COMO HAS PODIDO HACERLE ESTO A INÉS! ¡TE AMA, ¿LO ENTIENDES?! ESTÁ MAL POR TI, Y TU FOLLÁNDOTE A OTRAS. VETE A TOMAR POR CULO Y NO VUELVAS JAMÁS.

Yo dije en bajito:

-Llévame lejos, por favor...

Simon me intentó abrazar, yo mirando a la nada para no llorar le dije que no, y me marché, está sería la última vez que vería a Simon.

Fernando le miró con ira y siguió mis pasos.

En el camino a no sé dónde me abrazó por detrás, yo no podía, esto era demasiado, ver a tu príncipe azul, con otra "princesa", más bien un ogro, me rompió el corazón, pero también lo pisó y me dejó por los suelos. ¿Cómo fui tan tonta de enamorarme de él? No se cómo pero Fernando parecía leer mis pensamientos me dijo:

-No te preocupes, todos cometemos errores, nos enamoramos de la persona equivocada, yo por ejemplo, dejé a Alicia, porque se fue con Carlos, ¿te acuerdas de ese? Sí, mi hermano, tengo que verla todos los días, con mi hermano en su cuarto, que se quede a comer y yo no poder llorar, porque no me quedan ya lágrimas- me sacó una sonrisa- no te rías va enserio, los hombres también lloramos eh.- Nos reímos los dos.

-Gracias.

-Hazme un favor, vamos a comer fuera, yo te invito a un italiano, para que comas unos espaguetis de diez, y luego vente a mi casa, no quiero dejarte sola.

-ok

En el camino hacia el misterioso italiano, no hablamos, lloraba en silencio, y él me miraba. De vez en cuando gastaba una broma, pero no servía, no sé qué me pasó que grité:

-FERCARDO MIRA- me miró raro- lo siento, así te llamaba Simon- lloré.

-¿Fercardo? ¿Tan malo soy? No llores anda, ahora tienes que pasar página.

-No, no eres tan malo, tonto- le abracé.

-Por lo menos eso me consuela jaja- miró un rato por la ventana- Oye mañana hay oferta en el cine hay 2x1, en Insurgente, pero prefiero ir contigo, y quizás surge algo, ¿quién sabe?- levantó una ceja y una cara de pillo.

Me reí en su cara y acepté con la cabeza.

Llegamos al italiano perdido, y la verdad es que los espaguetis estaban de vicio.

-¿Está hoy tu madre en casa? No pienses cosas raras eh, solo que como sé que trabaja mucho, puedes quedarte a mi casa a dormir, está a tres pasos, y así mañana no tengo que ir a buscarte para el cine.

-Bueno vale, cacho vago

Fuimos a su casa, me cedió la habitación de invitados, que tenía dos camas, me prestó una camiseta suya de su equipo de baloncesto, que me servía de camisón casi.

Cerré los ojos, quería acabar con esta pesadilla de día. Cuando oí esa voz dulce de Fernando:

-¿Estás despierta?- no contesté- Bueno, era decirte que nunca pensé que ibas a significar tanto para mi, te veía como una pringadilla, pero vales mucho, más que muchas populares como Alicia, y enserio no te vayas tú como ella- saqué una pequeña sonrisa. Me dio un beso acompañado de un buenas noches. Yo no me quería despertar, la verdad sigo enamorada de Simon y eso me está matando.

Diario de una luchadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora