𝐒𝐚𝐦𝐮𝐞𝐥 𝐄𝐦𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧

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Entonces Samuel miró el pequeño revolver que reposaba siniestramente sobre su mano derecha. Aún salía una fina y delgada línea de humo de la boquilla de este. Como hipnotizado, sin poder creerlo Samuel lo observaba e incluso pareciera que el revolver le devolvía la mirada. Lo dejo con cuidado sobre la mesa de la cocina y camino lentamente mientras su mirada viajaba de cuerpo a cuerpo, todos regados por ahí, como si no fuesen nada.

No podía llorar. No era que él mismo se lo evitara o no quisiese, simplemente no podía, solo podía mirarlos, muertos, a todos, todos muertos sobre el piso del vestíbulo y la cocina. Sus pies descalzos se encaminaron lentos hasta el cuerpo sin vida de su hermano mayor Beckett. Se arrodilló junto a él, lo miró sin parpadear, casi sin poder creérselo, pero de verdad sucedía. Besó su frente y salió de ahí. 

Sabía a donde debía ir, así que se puso en marcha, aun en su pijama y con los pies descalzos eso no lo detuvo.

Su cabeza estaba vacía, sabía lo que haría y a donde iba pero se sentía incapaz de pensar, como si solo fuese una broma pesada lo que estaba sucediendo, pero sabía (muy en el fondo) que no era así, sabía que tarde o temprano pasaría algo como eso. No sentía remordimiento, ni culpa alguna que lo atormentara en ese momento, solo sentía una necesidad y se saciaría cuando el tocara la puerta que tenía en frente.

Las luces de la casa estaban apagadas, su mirada vaciló hacía los lados pero decidido sus nudillos se estrellaron en la puerta.

_____ dormía en ese momento, aunque un agresivo golpe en el piso de abajo la levantó de un sobresalto, se puso sus finas zapatillas de dormir y bajo.

Se puso de puntillas y apunto su ojo hasta la mirilla de la puerta, desde ahí difícilmente pudo ver de quien se trataba gracias a la oscuridad, pero distinguió la familiar silueta de Samuel. Tu estomago se crispo e inmediatamente pasaste tus manos sobre tu cabello intentando acomodarlo, solo entonces abriste delicadamente y el penetro abruptamente en tu hogar.

- ¿Samuel?, ¿Qué estas haciendo aquí?, pasa de medía noche ¿Lo sabías?.- Pero ______ guardo silencio cuando vio la cara de Samuel, con una ligera mancha de sangre corriendo por su mejilla, entonces un miedo se implantó en ella.- ¿Samuel?, ¿Estas bien?, ¡Por el amor de Dios, di algo...!

Sus palabras fueron interrumpidas por los labios de Samuel que chocaron contra los de ella, ella no se resistió y se dejo llevar pero aun sentía ese miedo crispado y alborotado en su estomago mientras saboreaba los labios de Samuel. 

Samuel la dejó respirar por un momento, entonces puso sus manos sobre las mejillas de ______ manchándolas de sangre. En ______ una mirada de terror se precipito en sus ojos, podías sentir ese liquido espeso y coagulado sobre tu cara.

- Vámonos ______.- Dijo finalmente Samuel.

- ¿Cómo dices?.

- ¡Vámonos!, ¡Ahora!, a donde sea, no me importa pero vayámonos ya, a donde nadie nos encuentre jamás.- Samuel apretó sus labios contra los de _______ nuevamente pero esta vez ella los rechazó.

- ¿Qué ha pasado, Samuel?.- Lo dijo con ese tono tranquilizante y dulce con el que acostumbraba a hablarle, ese tono maternal que lo hacía sentir como si hubiese tenido un hogar y ahora se encontrara en el.

Finalmente, las lagrimas que se había prometido no derramar comenzaron a correr, sus mejillas se humedecieron pero no dejo escapar ningún sollozo, no hasta que hablo y dijo: 

- Están muertos.- Entonces su voz se quebró y comenzó a sollozar y gemir perdido en dolor.- ¡Están muertos!, ¡Por Dios, yo maté!.- Sus rodillas flaquearon y se esforzó por no caer al suelo.

______ comprendió que no había tiempo para más preguntas, eso era... eso explicaba la sangre que ahora empañaba sus mejillas. Vio el cuerpo de Samuel flaquear y por un momento creyó que se desmayaría así que sus brazos lo envolvieron velozmente en un cálido y protector abrazo, acariciaste su nuca y su cabello mientras Samuel lloraba en tu hombro. No comprendías nada, solo sabías que él te necesitaba ahora más que nunca, y comprendiste que el tiempo se agotaba para ambos, debías tomar una decisión difícil.

- ¿Irnos?, ¿A donde?.- Preguntaste en su suave susurro.

- A cualquier lado, yo.. yo tengo que irme, y quiero que vengas conmigo.

______ se dirigió una mirada rápida a si misma; aun en su pijama de seda, con las manos y muslos sudorosos y las palabras en la garganta.

Esta vez era diferente, esta vez no hacían planes futuramente imposibles sobre escapar como amantes y vivir juntos, esta vez eso era una necesidad, sería vivir una vida plena como inocente pero infeliz o huir con Samuel, lo cual la haría cómplice de asesinato, ¿era así como se les decía?, sí, eso creías. 
La decisión era sencilla y clave:

- Esta bien.- Suspiraste y dijiste por fin después de un rato.- Dame un segundo.- Dijiste a Samuel y caminaste hasta el armario, de ahí sacaste una chaqueta y te la pusiste sobre tu fina y delgada pijama que ya comenzaba a hacerte congelar.

Samuel te esperaba afuera, sus ojos seguían cristalinos y tenía la mirada perdida sobre la calle.

- Creo que estoy lista.- Dijiste suave.

Y sin ningún solo centavo, sin nada más de ropa además de ese pijama y siendo las 4 de la mañana tomaste la mano de Samuel, la apretaste contra la tuya y en ese momento sentiste que él se sentía protegido, como una madre que toma la mano de su pequeño y le promete que todo pasaría a ser mejor, eso eran en ese momento. Ahora sin decir nada ambos caminaron por la desierta calle buscando una estación de camiones.

Personajes de Thomas Brodie-Sangster // One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora