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¿Cómo había llegado ahí?

No lo sabía.

Abrió los ojos y estaba acostado boca abajo en un campo abierto, en medio de la nada, no podía ver más que la luna en el cielo nocturno, de ahí en fuera todo era oscuridad.

Tenía frío, mucho frío, y sólo así fue consciente de que no tenía ropa encima.

¿Por qué mierda estaba desnudo?

El impulso por levantarse llegó a su cuerpo, pero no podía moverlo. No podía moverse, lo intentó una y otra y otra vez, pero todo intento fue fallido.

La desesperación comenzaba a presentarse, su respiración se aceleraba cada vez más y las gotas de sudor salían lentamente por cada poro de su piel.

¿Qué hacía ahí? La última vez que durmió fue en la casa de Jungkook, pero ahora había despertado en un lugar desconocido, en medio de la noche.

—Vaya, miren a quién tenemos aquí. —No podía verlo, pero no hacía falta hacerlo para saber que el dueño de esa voz burlona era Namjoon. —No te muevas tanto. —Soltó una carcajada que le heló los huesos a Jimin.

El miedo y la desesperación no eran una buena combinación. El hecho de no poder ver dónde estaba el moreno le hacía querer llorar, porque sabía que estaba sin ropa, inmóvil y totalmente vulnerable. Solamente deseaba que el mayor no le hiciera daño.

Pero cualquier rezo o deseo se fueron lejos al sentir dos manos acariciando cada costado de su cintura. Un toque sutil, pero que hizo llorar al pelinegro.

—¿Por qué, Jimin? ¿Por qué me quieres ver la cara de estúpido? —Sintió un peso en su cadera, sintió como el pecho desnudo del mayor se amoldaba su espalda, y escuchó la voz demasiado cerca para su gusto. —¿Crees que no te ví, hm? A mí nadie me puede hacer tonto, menos alguien como tú. —Volvió a burlarse, apretando con gran fuerza la cintura de Jimin, haciéndolo querer gritar, pero ni eso podía hacer. Su respiración era errática, sus lágrimas y sudor se combinaban en su rostro bajando por un costado hasta hundirse en la tierra del campo. —¿Qué piensas que ganarás con todo esto?

Sintió como una presión en su garganta se desvanecía, hasta que pudo quejarse en voz alta.

—¡Déjame en paz! —Pudo gritar con todas sus fuerzas, aunque aún no podía moverse para quitarse a Namjoon de encima.

Otra macabra risa fue lo que escuchó. Sintió como el moreno despegaba su pecho de su espalda para sentarse completamente sobre su cadera, y unos aruñazos le hicieron soltar un quejido desgarrador al sentir cómo las uñas de Namjoon recorrían lentamente desde sus hombros hasta su espalda baja, como si de garras se tratara, abrían su piel, sacando hilos espesos de sangre, la zona quemando y ardiendo como un infierno.

—Grita todo lo que quieras, nadie te va a escuchar. A nadie le importas, Jimin. ¿Crees que si le importaras a ese imbécil estarías aquí?

—¡Déjame!

—Él te trajo hasta mí. —Rió. —Jungkook te trajo a mí. Yo se lo pedí.

—N-no... —No podía creerlo, o más bien, no quería. ¿Por qué Jungkook haría algo tan atroz?

Sentía las grandes y rugosas manos recorrer cada parte de su piel, su espalda magullada, sus piernas, sus glúteos, su cabello, todo sin consideración.

—¿De verdad creías que iba a ser diferente? Él está casado, él ama a su esposa, no a tí. Siempre serás la segunda opción, siempre serás la puta diversión y nada más que eso. —Odiaba esa voz burlona que decía las cosas una seguida de la otra sin darle tiempo para procesar todas aquellas horribles palabras. —¿De verdad odias serlo? Porque hasta parece un fetiche para tí.

EN LA AVENIDA MAPO (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora