Lo ocultaron durante unas semanas mientras planeaban una fiesta de compromiso para ellas mismas, invitando sólo a amigos, familiares y algunos funcionarios a los que habría sido una grosería no invitar. Ambas sabían que la boda acabaría siendo un gran acontecimiento público, pero esta fiesta era sólo para ellas, para disfrutar de la emoción de su nuevo compromiso, con los más allegados. Era más difícil de lo que pensaban mantener el secreto, teniendo que confiar en que el personal de palacio no lo filtraría, así como todos los organizadores de la fiesta y varias personas que contrataron para ayudar a que fuera perfecta. No podían decir que estuvieran planeando una fiesta de compromiso, pero también sabían que encargar diez mil rosas de color rosa rubor no era precisamente algo discreto, como tampoco lo eran las hermosas invitaciones que anunciaban su compromiso, que se imprimieron y enviaron a las pocas docenas de personas de la lista de invitados. Sin embargo, las dos estaban demasiado contentas como para preocuparse por las especulaciones de la gente, ya que sabían que, a menos que lo confirmaran, nadie creería que no estaban comprometidas si el rumor empezaba a circular, porque los medios de comunicación siempre publicaban la versión que preferían, que rara vez era toda la verdad. Ya se ocuparían de eso cuando llegaran a hacerlo, lo cual, con suerte, no sería hasta dentro de unas semanas, porque estaban disfrutando de la tranquilidad y el aislamiento que les ofrecía la ignorancia de los demás. Kara y Lena habían pasado desapercibidas durante las últimas semanas y, aparte de algunas visitas oficiales obligatorias para ambas, ninguna de ellas había salido de los muros del palacio desde su regreso tras la fuga. Habría sido sofocante si no fuera por el alivio que les proporcionaban los vastos jardines, que les ofrecían una cierta sensación de libertad mientras paseaban por los sinuosos senderos, disfrutando del tiempo a medida que iba haciendo más calor.
El día de la fiesta era agradablemente cálido, y perfecto para una fiesta en el jardín, con el exuberante césped verde debidamente recortado, el cielo azul obstaculizado sólo por algunas nubes hinchadas, que parecían estar lejos de llover sobre ellas, y las abejas y mariposas arrastrándose perezosamente de flor en flor en los jardines mientras el personal de palacio instalaba carpas y mesas al aire libre. Las fiestas en los jardines no eran extrañas para los eventos de palacio, lo que haría que todo fuera menos sospechoso para la multitud de reporteros que merodeaban cerca de las puertas y las vallas mientras sacaban fotos de lo que podían ver del montaje. En el interior del palacio, Kara y Lena estaban siendo mimadas y preparadas para la fiesta, con vestidos complementarios: un vestido de encaje color marfil para Kara, y uno de color champán pálido para Lena, ambas adhiriéndose a los tradicionales tonos cremosos que eran típicos de las fiestas en el jardín. Adornadas con diamantes, incluidos sus anillos de compromiso, formaban una pareja muy cara y llamativa, y antes de bajar a reunirse con los invitados que las esperaban, el fotógrafo les hizo algunas fotos en el salón de baile vacío, donde la luz del sol entraba a raudales por las altas ventanas. Satisfecha, Kara se volvió hacia Lena y sonrió, ofreciéndole el brazo.
—¿Nos presentamos?
Dejando escapar un exagerado suspiro, Lena se mordió una sonrisa:
—Supongo.
Kara se rio cuando Lena tomó el brazo que le ofrecía y se deslizó hacia las puertas abiertas, pasando la otra mano por su vestido mientras se aseguraba de estar perfecta para la gente que las esperaba fuera. La pilló jugueteando con el anillo de compromiso, antes de que su mano revoloteara para asegurarse de que el peine joya de su pelo mantenía los rizos perfectamente arreglados en su moño perdido.
—Deja de quejarte —la reprendió Kara en voz baja—. Te ves absolutamente hermosa. Dame una vuelta.
Cogiendo su mano, Kara la hizo girar y Lena se rio, sus ojos verdes brillaron con diversión mientras volvía a girar, con las manos de Kara sosteniéndola, antes de que se levantara para apartar un rizo suelto.
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Déjame ser tu reina [Supercorp]
FanficPrimera parte de las series: "Ella es una reina, su alma es de la realeza" de Lostariels. Cuando Kara llega inesperadamente al trono de Krypton, pronto se encuentra formando parte de un plan aún más grande que fue puesto en marcha por sus padres mue...