Ese Hombre Me Tiene Mal

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Sinopsis: Un orador de los Dioses bastante irrespetuoso.

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Izuku caminaba cómo siempre por los pasillos de la universidad, iba tranquilo, observando por el rabillo del ojo a los entes que revoloteaban alrededor de sus compañeros. Al principio le había aterrado poder ver a esas cosas, ya que habían unos que eran verdaderamente horribles, luego comprendió que era una especie de maldición que poseían en su familia, y que su madre también la tenía.

Suspiro y alzó la vista ante el escándalo que había en los pasillos sobre el nuevo mariscal de campo y la fuerza que poseía, no le había tomado importancia esos días porque no se lo había topado y no era la primera vez que un demonio usaba forma humana para colarse entre los humanos.

Sabía que tenía que hacerse cargo y exorcitarlo, lo había evitado por días pero ya no podía, su tranquilidad depende de ello, así que preparando su relicario y agitando la botella de agua se preparo, caminando hacia los vestidores y esperando a que todos salieran para poder entrar y encargarse de su nuevo problema.

Una vez salieron todos los jugadores decidió entrar, cerrando con pestillo y oyendo el sonido del agua caer, arrugó la frente en confusión ¿qué clase de demonio se arriesgaba a mojarse sabiendo que podría volverse humo? Camino por el vestidor, escuchando la regadera ser cerrada y viendo a un tipo rubio salir con una toalla amarrada a la cintura.

Trago saliva pesado, esa esencia no era demoníaca y lo sabía.

Silvo, llamando la atención del rubio, que le miró fijamente con esas gemas rubí resplandeciente.

— Jamás pensé que viviría para ver un Dios a la cara — admití, guardando el agua y volviendo a colocarme el relicario — y menos con descendiente de Ares ¿Quien lo diría? Eso explica tu fuerza que causa furor entre las chicas.

— ¿Quién eres? Habla pedazo de mierda — escupió el rubio.

Nadie se había dado cuenta hasta el momento de su naturaleza a excepción de un par de demonios de rango menor.

— Izuku Midoriya, orador en el templo Tay, un gusto — salude — ¿Y tu? ¿Como quieres que te llame?

— ¿Ah?

— No soy tonto, los Dioses nunca dicen su nombre a un simple mortal, Hércules lo hizo y mira como terminó.

Él rubio me miró en silencio y yo aproveche para pasear mis ojos por esa gloriosa vista que había.

Mordí mi labio inferior.

— Katsuki

Sonreí — Bueno, Kacchan, es un gusto saber que no eres un demonio que vino a causar problemas

— ¿Pasa seguido?

— Si, pero nada que no pueda manejar, tranquilo — sonreí malicioso —, nosotros los oradores no necesitamos de Dioses vagos y perezosos.

Ante mis palabras Katsuki abrió la boca disgustado y yo solo me reí.

— ¿Perdón?

— perdonado — respondí, guiñandole el ojo y salir de acá, no había nada que hacer con él, solo esperar a que se aburriera y no dejara hijos regados.

Sin embargo, antes de que pudiera salir me tomo del brazo para hacerme caer sentado en una banca.

— ¿Qué demonios te pasa, eh?

— ¿Qué te pasa a ti, eh? Tratándome de esa forma tan irrespetuosa, a mi — jadeo ofendido.

Sonreí tenso — Disculpeme, su excelencia, no acostumbro a tratar con Dioses

Lo escuché gruñir, apreté las piernas, eso sonó tan caliente — Pues voy a tener que enseñarte a darme el respeto adecuado.

Seguido, se quito la toalla...

Se.

Quito.

La.

Toalla.

Y su amigo no estaba nada mal.

Sentí mi boca hecha agua ante ese gran dulce que se guardaba entre las piernas. Katsuki tomó mi cabello con fuerza y tomando su ereccion con su mano la palmeo en mi mejilla, Dios, estaba tan caliente y chorreante.

— abre la boca — ordenó, a lo que obedecí sin negarme, saque la lengua y sentí líquido preseminal caer en ella.

Rodeé el glande con mi boca, meciendo la cabeza de adelante hacia atrás y metiendo su polla hasta mi garganta, rozando con mi nariz los vellos púbicos.

Katsuki se veía tan humano y hermoso mientras gemia, con una de mis manos me sujetaba de sus muslos mientras que con la otra le hacía masajes en las bolas para ayudarlo a correrse, no pasó mucho para que eso pasara y llenará mi boca de semen.

Mi cara estaba roja, y estaba seguro de mis mejillas mojada por las lágrimas por no poder respirar. Me separe de su pene y trague todo el semen con gula, mirándolo a los ojos.

Me levanto rápidamente y me puso de espalda, gemi anticipado cuando me bajo los pantalones, dejando ver que entre mis piernas no se encontraba una polla como debería ser, sino que mi vagina húmeda y ansiosa estaba a la vista.

— Hm, pero que tenemos aquí — ronroneo, rozando sus dedos contra mis labios vaginales, haciéndome estremecer complacido.

Sentí su aliento y como separaba más mis piernas para colar su lengua dentro de mí. Gemi extasiado contra él, sintiendo sus dedos jugar con mi clitoris y su lengua penetrarme y cuando estaba cerca de correrme al fin, se detuvo.

— ¿P-porque...? Ah... — suspiré sintiendo la punta de su polla dentro de mi, hace mucho que no sentía esto y se sentía increíble — Kacchaaaaan. — gemi sintiendolo adentrarse a mi.

— Oh joder, estas apretado — gimió ronco.

Dio unas cuantas embestidas lentas antes de tomar mis caderas para empezar a penetrarme con fuerza, mis ojos veían estrellas y mi lengua estaba afuera mientras respiraba por la boca, el ritmo era tan rápido y fuerte y el sonido tan sucio que me excitaba, chille cuando llegue a mi orgasmo, sintiendo a Katsuki cogerme más fuerte y rápido hasta que se corrió dentro, podía sentir el semen caliente y espeso dentro de mi, haciendome sonreír como un idiota, pero es que no todos los días un Dios viene y te coge para darte una lección.

Suspiré cuando lo sentí limpiarme y ayudarme a subirme la ropa, me volteé a verlo, sentí mis mejillas rojas y de pronto la vergüenza me invadió.

— Oye — lo mire esperando a que siguiera hablando — Ve a mi habitación luego, Deku. — y se fue.

Oh joder ¿eso era invitación-

Piropos y Coqueteo | BakudekubakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora