Que Rara Que Es La Gente Homosexual

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Sinopsis: La maestra tiene actitudes extrañas.

...

Era hace una vez, hace unos diez años, cuando los protagonistas tenían cuatro años, un preescolar dirigido por mujeres casi todas ancianas.

La única joven allí era la que se encargaba del grupo C.

Ella era una mujer jovial, encantadora, que era un amor con los niños y a simple vista no tenía nada de malo en su actitud.

Solia respetar el horario de cada niño y los cuidados que necesitaban.

Ese día, la joven maestra se estaba despidiendo de los niños que se iban de la mano de sus padres, cuando creyó que todos los niños se habían marchado se dirigió a su salón y se sentó frente a la mesa, abriendo un cajón con la llave de seguridad, sacando una bolsita con sustancias blancas y cerrando de nuevo.

La maestra uso un poco del polvo blanco para hacer una línea en mano y guardo el resto del polvo en el cajón, para luego proceder a inhalar el polvillo blanco y recostarse en su silla.

Por la rendija de la puerta, un pequeño niño de cabello verdoso y cara pecosa se asomaba, retirándose cuando vio a la maestra dormirse después de un rato.

Al salir del pequeño preescolar se encontró a su mamá y a su amigo Katsuki tomando la mano de la señora Mitsuki.

— ¿Porque demoraste, hijo? — preguntó la mujer, regordeta, bajita y de cabellos verdes más oscuros que los de su hijo.

— Cierto, Izuku, tardaste mucho y ahora la vieja no hará galletas — se quejo el pequeño rubio —, y ni siquiera encontró la mochila

Izuku los miró un momento, dudando de hablar.

— Yo... Vi a la maestra oliendo azúcar, y luego se durmió.

Ante las palabras del infante un silencio siguió, recibiendo la mirada de bas adultas

— ¿Oliendo azúcar? — repitió la Señora Mitsuki

El pequeño asintió, recordando a su maestra oler esa cosa.

— No te preocupes por eso, cariño — dijo la señora Inko nerviosa, tomando la mano de su pequeño — ¿Que les parece si vamos a casa? Les daré chocolate frío.

Ante la propuesta ambos infantes se emocionaron, y el pequeño peliverde se olvidó de que su mochila había sido olvidada en el salón.

Ya mañana la recuperaría.

Piropos y Coqueteo | BakudekubakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora