Capítulo IV: ¡Eres mío!

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Capítulo IV: ¡Eres mío!

Ya llevo en Italia un mes y todo va sobre ruedas, soy el angelito de la uni para los chichos y el demonio para las chicas. Las cosas con Paolo van sobre ruedas a pesar de que no ha dejado a Marzia (básicamente porque yo no quiero, obviamente); tenemos una relación de "mejores amigos" cosa que utilizo para joder a mi querida compañera de cuarto lo más posible. Cada vez que me acerco mucho a Paolo, Marzia monta unas escenitas de celos que me llevan a la victoria poco a poco.

Aún así, aunque todo me va tan bien, hay algo que me perturba, sé que alguien me vigila, que sigue mis pasos, que me observa y, por mucho que intento saber quién es, no logro descifrarlo. Es posible que sean imaginaciones mías, o tal vez los remordimientos del daño que provoco, quién sabe. Pero una pequeñez así no podrá conmigo, yo soy la mala, no me convertiré en víctima... ¡Eso sería una humillación! Después de todo lo que hecho para llegar hasta aquí no me puedo dejar vencer, no puedo caer por el hecho de que un acosador psicópata me esté persiguiendo... no...  

¡Jodeeer! Dicho así acojona a cualquiera, seré mala, altiva, una zorra y todo lo que tu quieras pero acosadora no. No sabría enfrentarme a un jodido acosador. 

Bueno, ya sé, me compro un espray pimienta y se acabó la jodida paranoia. ¿Veis que lista soy? Si es que... 

En fin... ahora mismo me encuentro en medio de un examen teórico, diría que estudio en la uni, pero es irrelevante.  

¡Estudiar sirve para algo! Me lo sé todo de pi a pa. 

Me levanté de mi asiento bajo la atenta mirada de todos, la cara de burla de las chicas y el desconcierto en los chicos ¿Qué por qué? Ojalá lo supiera... 

El profesor me miró sorprendido, cuando llegué a su lado, se quitó las gafas y me escudriñó con la mirada. 

-¿Algún problema señorita Rubí?-dijo con su característica voz rasposa. 

-Em...-dudé unos instantes por la extraña pregunta-pues no, es sólo que he acabado... 

-¡Imposible!-gritó quitándome el examen y dejándome completamente boquiabierta. 

Comenzó a leer mis respuestas mientras mis compañeros cuchicheaban a mis espaldas. El profesor me miró con los ojos como platos y volvió a mirar el examen, parpadeando varias veces seguidas sin decir una palabra. Vale, no entiendo nada ¿Soy yo o todos se comportan como si fuese un jodido extraterrestre?  

Inspira, expira, inspira, expira... Tengo que calmarme antes de que la fastidie... 

-¿A-algún problema profesor? -pregunté ''asustada''. 

-¡Esto es increíble!-dijo el profesor mirándome maravillado, alcé una ceja-llevamos diez minutos de examen y usted me da el suyo con todas las respuestas correctas. Jamás he visto algo así. Buen trabajo señorita Rubí. Puede retirarse del salón si quiere. Por descontado que tiene un diez-una sonrisa radiante se formó en su rostro, le sonreí ampliamente.

-Entonces, si no hay ningún problema, me voy a la cafetería-el profesor asintió. Miré hacia los demás y fijé la vista en Marzia, le dediqué una mirada burlona y luego miré a Paolo. Le guiñé un ojo sabiendo que me miraba y él sonrió ampliamente. Marzia apretó su bolígrafo con fuerza. Blanda. Yo de estar en su lugar lo rompería por la mitad, pero ella no es capaz ni de eso, sonreí de nuevo y salí por la puerta tranquilamente y con paso elegante. Salida triunfal de la “Ángel demoníaca” así me llamo a mí misma, ya que unos me llaman de una forma y otros de otra pues los fusiono. ¡Genial!

Paseé tranquila por los pasillos, todo estaba desierto. Era extraño ¿acaso estaban todos en examen o qué? En fin…

Me senté en una de las muchas mesas de la cafetería y crucé mis piernas. Creo que ni siquiera hay camareros a estas horas, sólo me queda esperar que salga Paolo para hacer rabiar a Marzia un poco más el día de hoy y relajarme hasta que se acaben las clases para poder largarme.

Nunca Podrás ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora