Capítulo XII: Celos y enfados

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Capítulo XII: Celos y enfados

 

Suspiré y miré a Alejandro. Esto es, hablando claramente, una puta mierda.

Esta situación me estresa de sobremanera, estar en un maldito hospital, tumbada en una camilla en medio de un jodido pasillo y con Alejandro cagándose en el médico y en la madre que parió su lentitud por el simple motivo de tenernos en… “espera”.

Me jode ver cómo se pone tan histérico por algo así. Si hay emergencias más graves que la mía, pues está genial que pongan preferencias, pero nada, tan sólo entrar Alejandro ya se ponen las de recepción a buscar algún médico disponible, por miedo a que los despidan, si pasan de un pez gordo como lo es mi querido maridito es lo que les espera, claro, si es que su actitud tampoco ayuda mucho, sobretodo porque blasfema en voz alta.

Si sólo he venido porque no me quedaba más remedio… pero tampoco es que tenga prisa, aunque teniendo a Alex tocando las narices, casi que prefiero que el dichoso médico disponible llegue y me saque de este maldito pasillo.

-Disculpe la tardanza señor Soldetti-musitó un hombre de unos cincuenta años, con las canas aflorando su pelo desde las patillas, su voz era temblorosa y su respiración agitada.

Asique… ¿es esto lo que hace tratar con un tío con pasta cabreado, eh? Es flipante, sobretodo porque nadie es capaz de ponerles un stop en la cara a estos peces gordos, con la salud no se juega, y estoy por apostar… que un asunto más importante que el mío ha sido aplazado por mi causa. ¡Así va el mundo!

Me crucé de brazos  y volqué los ojos soltando un suspiro.

-No se disculpe, simplemente revise a mi esposa-Alex me miró y una media sonrisa cruzó su rostro.

-Está bien, ahora mismo, señora ¿podría bajar de la camilla?

-¿Está loco? ¿Quiere que mi esposa se ponga peor o qué?

-Amor, tranquilo, puedo andar más o menos bien.

-Está bien…

Me apoyé en mi “adorado” esposito y seguimos al doctor hasta su consultorio, a unos escasos 20m de dónde estábamos al principio. La sala, era… blanca ¿cómo coño iba a ser si no? Blanco por todos lados, dichoso color, no hay nada más estresante que ver cosas blancas por todos lados. ¡Qué mierda de sitio joder!

-Señora, déjeme que la ayude a subir a la camilla-dijo el médico tendiéndome la mano, se la tomé por no parecer borde y subí con la agobiante supervisión de mi maridito.

-Gracias-musité mientras me recostaba en la camilla.

Comencé a mirar por la ventana mientras el pesado de Alex le contaba cómo me había hecho la herida y el médico la examinaba.

Definitivamente esta chorrada del venir al hospital no entraba en mis planes… pero al menos me he librado de que Luca sepa que nunca ha pasado nada entre su padre y yo.  Sólo espero que el idiota de Alejandro no meta la pata y suelte por ahí lo del matrimonio de conveniencia… además, debería ir pensando como arreglaré lo de mi herencia. Solo necesito un crio…  Tener un hijo y listo… La primera idea que tuve para eso es fingir un embarazo y luego “perder” al bebé… pero… ¿no habría una forma legal de acabar con eso fácilmente? 

Alex no me sirve para nada en este caso, si al menos le hubiese contado esa condición del testamento… pero el muy tonto se cree que con que yo esté casada a él todo esta echo.

¿Y si le digo la verdad? Tal vez pueda ayudarme… además, ya estamos casados, y hasta que acabe su negocio no puede divorciarse… puede que eso me sirva para obligarlo a que haga algo con eso…

Nunca Podrás ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora