Capítulo XV: Amistad inquebrantable

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*Capítulo XV: Amistad inquebrantable*

 

 

 

-¡Menuda mierda!-solté frustrada.

Llevo buscando mi puta chaqueta negra por toda la condenada casa y nada. ¿Se puede saber qué demonios hacen aquí con la ropa?

Ya le pregunté a Margaret, Robert, al resto de empleados que me he encontrado por delante, también a Alex e incluso al pesado de Luca.

 ¡Joder!

Cuándo busco algo, nadie sabe dónde está, será posible… Si Aura estuviese aquí, seguramente me tranquilizaría con alguna de sus melodiosas y dulces palabras y me ayudaría, pero no, por desgracia estará en su casa, aburriéndose como una ostra, dejando a su mejor amiga aquí, tan fastidiada como ella.

Porque sí, los cuatro meses que han pasado, han sido los que me han hecho ver en la pelinegra, a una gran amiga, algo de bueno tenía que tener mi vida ¿no?

Desde que me hice vulnerable ante Luca, no hablamos demasiado, digamos que… las palabras que salen de nosotros demuestran que lo único que nos interesa al uno del otro es ver quién cae primero. Por eso mismo, sólo discutimos, nos insultamos, mostramos nuestro orgullo, altanería y egocentrismo usando a la gente de la universidad para hacer competencias entre nosotros y muchas más tonterías que sólo sirven para alejarnos más, en el sentido de poder hablar de forma normal, por más de un minuto seguido.

Con Paolo está todo bien, sé que está enamorado de mí, pero, no lo necesito para que sea mi pareja ni mucho menos así que…

Marzia, tengo entendido que se ha ido, pero sólo por este curso, por desgracia volveré a verle el careto en menos de un año.

En cuanto a mi madre, pasa de mí y yo de ella, es lo mejor, lo que menos quiero es que me ande tocando las narices, no tengo por qué aguantarla.

Alex, cerrará el trato la semana que viene, por fin, ha pasado mucho tiempo ya. Me he aburrido como una ostra, acudiendo con él a alguna que otra cena de negocios, del resto, sólo nos vemos los fines de semana.

Lo único que no me cuadra mucho, es que a Luca le importa una mierda si engaño a su padre o no, a veces me ha visto con otros y no ha abierto la boca, al menos de momento.

¡Pero como sea!

Mejor para mí, podré hacer lo que me dé la gana sin que los Soldetti me molesten.

Me crucé de brazos y suspiré.

Maldita chaqueta… ¿Dónde la habré metido?

-¿Buscabas esto?-cantó la voz angelical que tantas ganas tenía de oír.

Me giré en redondo, y me encontré de frente con el rostro de Aura, mantenía suspendida en el aire mi adorada chaqueta.

-¡Gracias!-exclamé emocionada, extinguiendo mi anterior enfado en un microsegundo.

Cogí mi chaqueta negra y me la puse.

-Me encontré a Luciana abajo y me contó que estabas desesperada. ¿No te acuerdas que te dije que estaba en el porsche gris de tu marido?-rió al ver mi cara de desconcierto.

¿En serio? ¿Me lo dijo? Pues la verdad, no tenía ni puta idea de ese detalle.

Alcé una ceja y sonreí.

-Por cierto, ¿qué haces aquí? Ya se ha acabado tu turno por hoy.

-Mi hermano se ha llevado a mi abuela unos días a Francia, por eso vine ¿vamos a dar una vuelta?-sonrió y me miró inquisitiva.

Nunca Podrás ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora