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Nada queda si tú ya no te quedas
Dime que no te irás
No te irás...

veintisiete de febrero.

—¿Una cita?

—Sí, quiero llevarte a un lugar especial.

—¿Ahora? iré a cambiarme.

—No es necesario si estás cómodo así. —sonrió en su dirección.

Seungmin traía puesto un buzo de color gris bastante ancho que le llegaba a sus rodillas, con un pantalón suelto del mismo color y unas zapatillas para andar. Para Hyunjin, se veía hermoso.

—Si vas a llevarme a comer a algún lado mejor me cambio...

—Iremos a mi casa, mon amour.

—Ah, está bien, ¿llevaremos a Yeji? —habló mientras giraba su cabeza hacia un costado y miraba a la menor quien dormía sobre sus piernas.

—También, ¿quieres que la cargue yo?

—No te preocupes, yo la llevo. —con agilidad cargó a la nena con cuidado de no despertarla, acomodándola en su hombro y torso, y guardando su teléfono en su bolsillo.

Ambos salieron del departamento del menor y bajaron por el ascensor hacia fuera del edificio, donde se subieron a la camioneta del pelirosa y fueron rumbo hacia la casa de este.
Al llegar, Seungmin se bajó primero, llevando a la pequeña hacia el segundo piso y a su habitación, siendo guiado por la mamá de los Hwang; la arropó con cuidado en su pequeña cama y notó que ya la mayoría de cosas estaban guardadas en cajas y maletas.
Bajó las escaleras y siguió en silencio al mayor hacia el jardín, ya era de noche y había una pequeña tienda de picnic alumbrada por unas luces colgantes, por lo que el menor sonrió en grande.

—Estuviste todo el día conmigo, ¿en qué momento arreglaste todo esto?

—Ayer, la comida la acabo de traer. —rió Hyunjin al sentarse en la sábana, siendo imitado por Seungmin.

—¿Vamos a comer pizza en nuestra última cita?

—No digas eso, suena feo.

Soltó una risita y comenzó a cortar la pizza, extendiéndole un trozo y comenzando a comer. —Voy a extrañarte.

—Claro que vas a extrañarme, soy el mejor.

—Eres un baboso.

Siguieron comiendo durante casi una hora más, ambos conversaban de cosas sin sentido o de simples chistes, el cielo comenzaba a oscurecerse un poco más a medida que pasaba el tiempo, las luces de la casa se apagaban y solo los iluminaba las luces blancas de navidad y el leve tono amarillo de los faroles de la calle.
Al terminar de comer, se recostaron con cuidado uno al lado del otro, Hyunjin abrazaba por los hombros a Seungmin con su brazo, quien recostaba su cabeza en el pecho del pelirosa, ambos en un completo silencio durante unos minutos. Cuando el cielo ya estaba de un color azul marino y profundo y las estrellas se hacían notar con claridad, Hyunjin habló suavemente.

—Seungmin, hay algo que quiero decirte antes de irme.

—Dime, te escucho.

—Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche, dormir en tu pecho sin miedos, sin angustia y sin dolor alguno que nos impida querernos, solo tu y yo en la intensidad de la noche.

—Que cursi eres. —rió antes de levantarse de su cuerpo y sentarse a su lado, Hyunjin lo imitó y se sentó también.

Miraron el cielo en silencio, sus manos estaban cerca y jugaban tímidamente con los dedos foráneos, hasta que el menor terminó por entrelazar los suyos con los del mayor; una estrella más brillante que las demás se extendió por un pedazo del cielo, pasando por ahí en cuestión de segundos. Seungmin sonrió y apuntó con su mano libre.

temporary.   | hyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora