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primero de enero.

—¿Qué haces aquí? —dijo el menor con algunas lágrimas en sus ojos amenazando con salir.

—Solo es una coincidencia, el que ya no estemos juntos no significa que voy a dejar de divertirme por ti, y te recuerdo que tenemos amigos en común. —el mayor enarcó sus cejas sin realmente dirigirle la mirada al más alto.

Y era cierto, después de todo, Changbin era el mejor amigo de Chris, el dueño de la fiesta y la casa donde se encontraban ahora.
Seungmin tragó duro, intentando no llorar mientras una gran cantidad de gente a su alrededor se empujaban al bailar y saltar al ritmo de la música.

—Yo no debí venir aquí.

—Nadie ha dicho eso, Seungmin. —el mayor suspiró de manera pesada.

—¿Tú me quieres aquí?

Silencio.
La música, los gritos y el canto eufórico de las personas era lo que realmente se escuchaba por cada rincón de la casa.
Pero Seungmin se encontraba en una pequeña burbuja donde solo había silencio.
Un silencio que se apoderaba del roto corazón del peli violeta.

—Yo no voy a ser quien decida si te vas o no.

—Si me voy, ¿me buscarías?

Una chispa de esperanza se apoderaba del menor.

—No. —respondió con el tono más duro que usó alguna vez.

Seungmin pudo sentir como su corazón comenzaba a pesarle un poco más a la vez que se giraba en su lugar, dándole la espalda al más bajo, aunque solo por algunos centímetros menos.

—Qué manera de empezar el año.

—Seungmin, no hagas esto.

—Yo no estoy haciendo nada.

Y con esas palabras comenzó a caminar alejándose del que, hace unos tres meses, ya era su ex pareja.

Sus mejillas comenzaron a mojarse y sus labios recibían el ligero sabor salado de las lágrimas traicioneras que caían, ¿es que acaso no podía esperar a llegar a la cocina para poder derrumbarse?

Ni siquiera su cuerpo estaba de su lado hoy.

Cuando llegó a la cocina su mente se nubló un poco, pero su cerebro dirigía ordenes a cada una de sus extremidades, y entonces en cuestión de segundos sus manos llevaban una botella de tequila a sus labios, la cual ya estaba abierta y llena hasta la mitad.

Le dio un sorbo.
Dos.
Tres.
Sus labios soltaron un lloriqueo mientras la música llegaba otra vez a sus oídos.
Cuatro.
Cinco.
Seis, siete y ocho.
Su garganta ardía de una manera que ni siquiera se había fijado antes, pero que lo hizo entrar en razón para darse cuenta de lo que estaba haciendo.

¿Tanto poder tenía Changbin sobre él para provocar que bebiera de esta manera?
No, su ex novio no era el que lo hacía beber.

¿Tanto poder tenía Changbin sobre él para provocar que bebiera de esta manera?No, su ex novio no era el que lo hacía beber

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