Capítulo 7.

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Daniela.

Todavía no comprendo de donde he sacado el valor para hacer lo que acabo de hacer, ya que volver a sentir el roce de los labios de María José me ha excitado de un modo alarmante. La miro y siento la tentación de volver a su lado de la mesa, sentarme sobre ella a horcajadas y exigirle que me toque hasta apagar la llama que ha encendido entre mis piernas. Por suerte, mi sentido común y supongo que ese rencor que siento hacia ella, me ha hecho reaccionar y cortar la situación.

Intento pensar en otra cosa, así que enciendo el ordenador y abro el correo que me ha enviado hace unos minutos, centrándome como puedo en lo que pone e intentando memorizarlo. No puedo evitar lanzar miradas furtivas hacia ella descubriendo que también tiene la mirada clavada en el ordenador, solo que estoy segura de que no es en lo que hay en la pantalla en lo que piensa. Su mirada cambiaba cuando estaba excitada, se volvía más oscura y profunda y sus ojos se hacían más pequeños, justo como están ahora.

Dos golpes en la puerta me sobresaltan, esta vez es María José la que da paso y de nuevo aparece Jessica con un documento en la mano.

—He tenido que hacer magia para encajarlo todo, pero ya lo tengo, así es como quedaría una vez impreso —dice tendiéndome un par de folios, acompañando el gesto con una sonrisa pícara.

Le devuelvo la sonrisa con la clara intención de fastidiar a María José y sin duda surge efecto, porque después de resoplar un par de veces, finalmente deja lo que está haciendo y se dirige a ella.

—Gracias, Jessica, ya puedes marcharte, Daniela y yo tenemos mucho trabajo que hacer todavía.

—¿Me explicas cuál es ese trabajo que tenemos que hacer? —pregunto en cuanto Jessica se marcha.

—¿Podemos tener el resto del día tranquilo, Daniela? Te recuerdo que estás aquí para ocupar mi puesto y Amanda tiene puestas en ti muchas expectativas, así que haz el favor de dejar ese odio que sientes hacia mí a un lado y centrarte en lo que debes memorizar, que no es poco.

Inspiro lentamente para no contestarle, porque si lo hago notará lo mucho que me ha puesto ese toque autoritario del que ha hecho uso. No la recordaba con tanto carácter, pero claro, en ese entonces las dos éramos muy jóvenes y ambas hemos cambiado. ¿Es normal que esta nueva María José me guste todavía más que la anterior? Una horrible sensación de angustia me oprime el pecho cada vez que tengo que reconocerme que la sigo queriendo, después de lo que me hizo debería repudiarla, pero soy tan masoca que me veo incapaz de ello y cada mirada suya hace que me tiemblen hasta las orejas.

—Ven a este lado —ordena devolviéndome a la realidad—, en esta carpeta encontrarás todos los artículos, la publicidad, la portada y la contraportada de la revista. Como verás, dentro de la carpeta hay subcarpetas con fechas, así es como las identificamos. Cada redactor hace su parte, ellos solo tienen acceso para modificar lo que les toca…

—Y tú tienes acceso a todo —la corto sin querer, más bien porque he pensado en voz alta.

—Exacto, y ahora tú también lo tienes —dice cogiendo un papel y anotando un usuario y contraseña—, cámbiala en cuanto entres.

—De acuerdo —murmuro mientras observo su expresión seria clavada en la pantalla. Jesús, como me pone.

—No sé cómo trabajabas tú, pero aquí, antes de dar el visto bueno final, se imprime todo para asegurar que no hay nada que se sale del margen.

—Yo también lo hacía.

—Perfecto, pues hazlo, y si todo está bien; autoriza la impresión y se lo mandas por correo a Amanda.

—¿A Amanda? Creía que la conformidad la dabas tú.

—Y la doy, aunque esta vez lo vas a dar tú. A Amanda se lo paso porque le gusta leerlo todo antes de la publicación —confirma dedicándome una mirada fugaz.

crossing out days (Adaptación caché) [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora