Daniela.
El lunes entro en el despacho con cierta inquietud, a pesar de haberme pasado todo el fin de semana pensando en lo que pasó entre María José y yo, y teniendo muy claro lo que debo hacer, todavía no sé cómo reaccionaré cuando la vuelva a ver, ¿seré capaz de comportarme y mantener una conversación de adultas con ella o me convertiré en esa serpiente que no deja de escupir veneno cada vez que abre la boca?
Me quedo con las ganas de descubrirlo, porque cuando entro en el despacho María José no está. La luz está apagada y sus cosas no están en el colgador, lo cual me sorprende porque apenas faltan unos minutos para que empiece nuestra jornada y a ella le gusta llegar con mucho tiempo de antelación.
Cierro la puerta a mis espaldas y al encender la luz es cuando caigo en la cuenta de que hoy posiblemente se encuentre ya en el despacho de Amanda, a partir de aquí termina mi formación y comienza la de ella. Pensar eso me hace respirar de alivio, aun así, siento una inquietud en el pecho de la que no logro desprenderme.
Dejo mis cosas en el colgador y me acerco a la ventana para ver si veo su coche en el aparcamiento, no me he fijado al llegar y ahora tampoco puedo tener la certeza porque desde nuestro despacho solo se ven los coches del lateral izquierdo.
La puerta se abre a mis espaldas y me giro de inmediato esperando que sea ella, pero en lugar de eso me encuentro con Sonia, la chica de recepción.
—Buenos días, señorita Calle.
—Hola, Sonia —saludo sin mucho entusiasmo.
—La señora Lozano me ha dicho que puede decidir la disposición del despacho a su gusto, puede decirme que mesa deben retirar los de mantenimiento y esta tarde se encargarán de dejarlo todo como usted indique.
Me quedo pensativa durante unos segundos sin saber qué decirle, la idea de desmontar el despacho ahora mismo no me gusta, me dejará una extraña sensación de pérdida que no deseo
tener.—¿Hay algún problema si se queda como está una temporada?
—Ninguno, tenemos mesas y ordenadores de sobra.
—Perfecto, en ese caso, de momento prefiero mantenerlo así. Gracias, Sonia.
Cuando sale, camino hacia mi mesa y me detengo junto al dichoso calendario, por algún motivo que desconozco sonrío al ver los días tachados, pero mi sonrisa se congela cuando veo que el viernes no lo está. Estoy segura de que eso es lo primero que María José habría hecho al llegar, venir a tachar ese día del calendario, esa ha sido su forma de decirme el daño que le he ido haciendo día a día con mis ataques.
Enciendo el ordenador y me siento, pero la incertidumbre no me deja concentrarme ni lo hará hasta que la vea, así que pienso una excusa rápida y abandono mi despacho para dirigirme al de Amanda.
—Adelante —dice cuando llamo a la puerta.
Cuando entro me quedo estática al comprobar que María José no está con ella ni tiene pinta de haber estado.
—Pasa y cierra, Daniela, por favor.
Le hago caso como un robot y me acerco a su mesa, pero antes de que llegue a la silla Amanda se pone en pie y rodea la mesa hasta mi lado.
—¿Qué necesitas?
—Nada, es solo…
—Solo, ¿qué? —pregunta muy seria.
—¿Dónde está María José?
—¿Desde cuándo te interesas por ella, Daniela?
—Amanda, por favor, ¿dónde está? —suplico nerviosa.
—María José no está, el sábado por la tarde me llamó al móvil y me pidió unos días de vacaciones.
—¿Qué? —pregunto sintiendo que mi corazón se hace pedazos—¿sabes si está en su casa?
—No pienso decirte donde está, te aseguro que desde el principio me propuse no meterme en su mierda, Daniela, pero una cosa es que no me meta y otra que permita que trates a María José del modo que lo estás haciendo —dice claramente enfadada.
—No la trato de ningún modo, Amanda, es solo que yo...
—¿Insinúas que miento?
—Yo, no…
—María José se equivocó, eso es un hecho, un hecho que ha reconocido y por el que te ha pedido perdón en numerosas ocasiones. Obviamente no estás obligada a perdonarla, pero eso no te da derecho a tratarla mal.
—Yo no la trato mal —miento incapaz de mirarla a la cara.
Las lágrimas comienzan a resbalar por mis mejillas, pero eso no detiene a Amanda y lo cierto es que lo agradezco, ya era hora de que alguien me pusiera en mi sitio, de que alguien defendiera a María José.
—La estás haciendo sentir como una auténtica basura, Daniela. María José tiene sus defectos, igual que yo e igual que tú, pero es una de las mejores personas que conozco y no voy a permitir que la hundas moralmente.
—No era mi intención hacerla sentir así, Amanda —reconozco sin dejar de llorar—, pero no lo he podido evitar, cada vez que la veo la rabia me consume y digo y hago cosas que no son propias de mí, yo no soy así, y no quiero ser así con ella.
—Pues apártate, si no eres capaz de perdonarla hazte a un lado y dedícate a tus cosas y ella a las suyas, pero no sigas hundiéndola. No debería decir esto, Daniela, y lo siento, pero si tengo que elegir entre las dos la elegiré a ella, y te aseguro que me disgustaría mucho tener que prescindir de ti.
—Lo entiendo —susurro angustiada.
—Estupendo, a partir de ahora para cualquier duda que tengas acudirás directamente a mí, no te quiero ver cerca de María José salvo que sea estrictamente necesario.
—Así lo haré.
—Bien, tómate el resto del día libre, relájate, ve de compras o haz lo que más te guste, pero mañana te quiero aquí con la mentalidad cambiada, ¿de acuerdo?
—Sí.
—Perfecto, ¿algo más?
—Sí, dime donde está María José —exijo muy segura después de recomponerme.
—Te he dicho que no te quiero ver cerca de ella, ¿qué parte no has entendido, Calle?
—Te he entendido perfectamente, Amanda. Has dicho que me haga a un lado si no soy capaz de perdonarla, pero la he perdonado, y necesito decírselo antes de que sea demasiado tarde, así que, por favor, dime dónde está.
Amanda me mira sorprendida por lo que acabo de decirle, pero consumida por la duda de si debe o no delatar a María José.
—Tienes que confiar en mí —digo suplicante—, permíteme hablar con ella, Amanda, por favor, si le hago daño, te juro que yo misma te presentaré mi dimisión mañana mismo, pero ahora dime dónde está.
Tras meditarlo unos segundos y dar un profundo suspiro al final cede.
—Se ha marchado a casa de sus padres. No hagas que me arrepienta de esto, Daniela, porque te juro que te hundo.
Su amenaza es el menor de mis problemas, Daniela se ha ido a Barcelona, joder, no puedo ir y volver en un día.
—Amanda…
—Te doy un par de días más, te quiero de vuelta aquí con ella el jueves, o la traes con una sonrisa de oreja a oreja o ya puedes comenzar a buscar empleo.
—Muchas gracias, Amanda —digo sincera—, te prometo que la traeré de vuelta.
Abandono el despacho corriendo. Me paso por el mío para coger el bolso y las llaves del coche y ni me planteo el avión o el tren, necesito ir en busca de María José ahora mismo. Me subo al coche con lo puesto y no tengo que introducir la dirección en el GPS porque recuerdo perfectamente donde viven los padres de María José. Fueron demasiados fines de semana los que pasábamos encerradas en su habitación como para olvidarlos.
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crossing out days (Adaptación caché) [Corrigiendo]
RomanceMaría José volverá a ver a su ex en el momento menos esperado haciendo que el recuerdo de su error que cometió en el pasado la atormente nuevamente. ¿El rencor de daniela hacia ella será más fuerte? ¿Podrá perdonarla y darle otra oportunidad? ~ Cré...